500 días con ella

Crítica de Matías Orta - A Sala Llena

Los amores no correspondidos son un tema. Llega un momento de la vida en que no le desearías algo así ni a tu peor enemigo.

Tom (Joseph Gordon-Levitt), un arquitecto que trabaja como redactor de tarjetas de felicitaciones, es una de las pocas personas que todavía créenle amor verdadero, en que el destino ya está escrito y sólo es cuestión de tiempo hasta que aparezca la indicada. Y eso sucede (o parece suceder) cuando conoce a Summer (Zooey Deschanel), una hermosa compañera de trabajo con la que comparte gustos musicales —para empezar, The Smiths— y por la obra de Magritte. Pronto empezará una relación entre ambos... aunque no como Tom había fantaseado. Durante 500 días habrá cariño, sexo, risas, pero también separaciones, reproches, y el tener que soportar que Summer no sienta por Tom lo que él siente por ella.

Si bien se inscribe en el género de la comedia romántica, escapa a los clichés de esa clase de films. El resultado es más agridulce y realista, y puede pegar mal a quienes pasaron por una situación parecida. De hecho, tiene elementos de la vida de uno de los guionistas. El director Marc Webb viene de los videoclips, y si bien hay elementos locos (animaciones), son muy pocos y nunca entorpecen la narración. Joseph Gordon-Levitt es el antihéroe romántico. Un actor cada vez más versátil, ya que fue uno de los villanos de la peli de G.I. Joe y en 2010 se lo verá en El Origen, esperado nuevo opus de Christopher Nolan, protagonizado por Leonardo DiCaprio.

Zooey Deschanel siempre logra cautivar con esos ojazos y con una actitud de mujer independiente a la que no le importa destrozar corazones ajenos, aunque tiene su grado de humanidad. Ella y Gordon-Levitt ya habían trabajado juntos, y la química entre ambos es notable.

No nos olvidemos de la estupenda banda sonora, con los mencionados Smiths, The Clash, Hall and Oates y hasta Patrick Swaize con su “She’s like the wind”.
Sin duda, una de las sorpresas del año, y también un ingenioso método para hacer llorar a los hombres.