50/50

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

¿Qué he hecho yo para merecer esto?

En tono de comedia dramática, un joven pelea contra una enfermedad.

No, no puede ser.” Adam le responde al médico que, casi impasible, le dice que el diagnóstico que tiene que darle es el de un cáncer, extraño y fascinante. ¿Fascinante para quién? “No fumo, no bebo... Reciclo”, se defiende el joven productor de radio, que a los 27 años siente que ese dolor de espalda se está transformando en la mochila más pesada que se hubiera podido imaginar. Adam ya no escucha más.

50/50 es una comedia dramática, algo no demasiado habitual con un tema de fondo como el que tiene. Los apuntes humorísticos de la historia -que está basada en un hecho real que le sucedió al guionista Will Reiser- los aporta más Kyle, el amigo de Adam, que interpretado por Seth Rogen ( Ligeramente embarazada , El avispón verde ) uno sabe que tendrá un chiste cada vez que abra su bocota. Así, 50/50 es mitad comedia, mitad drama, además del porcentaje que tiene Adam de curarse. O no.

La película plantea otra dicotomía: parece estructurada a partir de enfrentamientos. Tomemos a la terapeuta inexperta a la que cae Adam (Anna Kendrick, de Amor sin escalas ). Ambos son inexpertos en lo que están viviendo, pero hasta parecen contrapuestos ante la enfermedad. O Kyle y Rachael, la novia de Adam (Bryce Dallas Howard). Todo esto, sobre todo la aparición de gags y sonrisas donde uno imaginaría lágrimas, descontractura al filme.

A medida que Adam vaya avanzando en su tratamiento (“parezco Voldemort”, dirá ya pelado) y tratando de alejarse de una operación, conocerá otros personajes que están atravesando como él la quimioterapia, y el director Jonathan Levine continuará apelando al humor. Scons de marihuana, sexo ocasional, y más. Pero no todo podía seguir así hasta el desenlace. Esperen a los últimos veinte, veinticinco minutos, y verán cómo 50/5 0 se transforma en lo que finalmente quedará en el recuerdo del espectador.

Joseph Gordon-Levitt ( 500 días con ella , Arthur en El origen ) ofrece todas las aristas que el personaje le permite, hasta la eclosión cercana al final. Es un rol difícil y sabe cómo congeniar el dolor, la (des)esperanza y la sorpresa ante cada cambio que experimenta Adam.

Algún personaje muy macchietado (el de la madre, de Anjelica Huston) y ciertas frases célebres (“vive el presente”, “no puedes cambiar a tus padres, pero sí tu actitud”) son el contrapeso de una película en la que las emociones fluctúan, pero no por indecisión, sino por elección.