5 días sin Nora

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Cuando los muertos gozan de buena salud

No pude ver Cinco días sin Nora durante el último Festival de Mar del Plata -donde obtuvo el Astor de Oro a la mejor película y quedó segunda en el voto del público-, pero sí lo hizo nuestra amiga y colaboradora Josefina Sartora, cuya crítica le valió unos cuantos ataques (ver aquí). No los justifico, pero puedo entender por qué. Es que este crowd-pleaser mexicano es de esas propuestas que dividen aguas. Para ser claros: estoy más cerca del gusto de Josefina (aunque el film me gustó más que a ella) que del de los lectores que la atacaron o del jurado presidido por Juan José Campanella que le otorgó la máxima distinción.

Tragicomedia sobre (o a partir de) la muerte (más precisamente, de un suicidio), Cinco días sin Nora tiene un guión preciso e ingenioso de Chenillo que la propia directora está a punto de hacer naufragar con sus torpes flashbacks, algunas pinceladas de humor grueso, cierto pintoresquismo a la hora de retratar las costumbres judías y algunos subrayados innecesarios.

Como decía Josefina, no es el cine que propone Cinco días sin Nora el que más me interesa (tiene algo demodé), pero no por eso dejo de reconocer que es bastante sólida y eficaz, que "funciona" y que, por lo tanto, debería encontrar su público (antes tiene que vencer la "maldición" que afecta a todas las ganadoras del Festival de Mar del Plata, que no se estrenan o suelen pasar inadvertidas por la cartelera).

Cinco días sin Nora -más allá de sus arrebatos humorísticos y de su estructura de enredos y casualidades- no es Muerte en un funeral, pero Chenillo sabe cómo ir dosificando la información y las revelaciones para mostrar cómo una sexagenaria que ha decidido suicidarse sigue manipulando a su familia después de su muerte (desde el marido del que se separó 20 años atrás hasta su hijo).

El veterano Fernando Luján se luce como José, el ex esposo de la difunta y motor del relato (de sus contradicciones y de sus vuelcos). En definitiva, y más allá de sus desniveles, se trata de una interesante (e inusual) apuesta del cine mexicano.