300: El nacimiento de un imperio

Crítica de Santiago García - Tiempo Argentino

Violencia, sexo y aventura

Secuela o precuela de la película 300 (en realidad tienen momentos en paralelo dentro de la cronología, algunos previos y otros posteriores) que dirigió Zack Snyder, basada en el cómic de Frank Miller, el protagonista es ahora Temistocles (Sullivan Stapleton), quien se convierte en leyenda en la batalla de Maratón porque intentará unir a toda Grecia contra el ataque persa.

Dicha unión incluye a los 300 espartanos del film anterior, y ahí es donde las historias se desarrollan en paralelo, aun cuando no se le da protagonismo al sacrificio espartano. Al villano Xerses (Rodrigo Santoro), muy poco interesante y bastante estático, se le suma –y casi remplaza– Artemisia (Eva Green), poderosa guerrera, sexuada y potente líder capaz de llevar adelante un ejército y también la trama. Que haya sexo en un film tan comercial en el año 2014 es casi una rareza dentro del cine actual.
Con una estética algo extrema, de exagerada herencia del cómic de Miller, El nacimiento de un imperio tiene momentos de dudoso buen gusto. Y no hablamos de su artificial pero intensa filiación al cine gore, que por cierto le queda bien. El problema es que las imágenes estáticas de la historieta pierden toda lógica narrativa y le quitan algo de lógica a las acciones que transcurren en cada escena.
Aun así, y como ocurre con las buenas segundas partes que se saben sin futuro de clásico, la película es pura acción y hacia adelante. Tres grandes bloques dividen la trama y no hay tiempo para nada más. Al no perder la concentración, no hay tiempos muertos, y aunque no logra nunca dar un salto hacia la grandeza, al menos no pierde la pista de la aventura y la acción.
Tal vez, en muchos aspectos, es menos solemne y acartonada que su antecesora, aunque a la vez no innove tanto en lo estético, sino que repite lo ya probado anteriormente. Los fans de 300 tendrán sus sorpresas y sus buenos momentos, mientras que aquellos que disfruten de un buen show encontrarán aquí una película digna y aceptable, con algunos elementos que la vuelven atípica con respecto a la industria cinematográfica actual. Lo diferente tiene a veces, como en este caso, un valor en sí mismo. Y las batallas navales son espectaculares.