300: El nacimiento de un imperio

Crítica de Matías Orta - A Sala Llena

En 2007, Zack Snyder dejó en claro que era un director a seguir cuando estrenó su segunda película. 300, la adaptación del celebrado comic de Fran Miller, es un explosivo combo de violencia, subversión y entretenimiento como no se veía desde los audaces tanques de Paul Verhoeven. Dividió aguas, generó copias y parodias, pero jamás pasó desapercibida. Luego de ideas y venidas, hoy llega un nuevo film ambientado en esa particular visión de un episodio de nuestra historia.

300: El Nacimiento de un Imperio no es una secuela ni una precuela: la acción sucede en paralelo a lo acontecido en la película anterior, en medio de la lucha de los griegos contra la avanzada del imperio Persa. Aquí el protagonista es el general Temístocles (Sullivan Stapleton), responsable de asesinar al rey persa original, que en breve es sucedido por su vengativo y extravagante hijo Jerjes (Rodrigo Santoro). Pero el brazo armado más temible de este ejército es Artemisia (Eva Green), quien liderará una flota dispuesta a derrotar a la resistencia griega. Temístocles y los suyos deberán ser más fuertes e inteligentes para defender sus tierras y poner fin a la hegemonía del enemigo.