300: El nacimiento de un imperio

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Siete años después del inmenso éxito comercial conseguido por 300 (influyente película que tuvo quizá demasiadas imitadoras), llega esta segunda entrega, cuya historia transcurre antes, durante y después de aquella épica sobre los valientes espartanos que resisten una masiva invasión persa. Esta vez, ya no figura Zack Snyder detrás de cámara (fue reemplazado por el director de comerciales Noam Murro), pero sí como productor y como autor del guión, basado otra vez en una novela gráfica de Frank Miller ( Xerxes ).

La estética del cómic, la estilización visual y la violencia extrema vuelven a ser los pilares sobre los que se construye un film de propuesta eficaz en los términos en que está planteado, aunque al mismo tiempo bastante limitado en su alcance. Estamos ante una de esas películas hechas "para la hinchada" (que, como quedó demostrado con el largometraje original, es bastante masiva), pero que al repetir varios de los esquemas narrativos, al caer otra vez en ese regodeo esteticista, en la voz en off solemne y en un tono siempre ampuloso, ya no logra el mismo impacto que había conseguido Snyder. Además, para quienes no se sientan atraídos por la acumulación de excesos gore, les resultará -lisa y llanamente- un regodeo insoportable. Pura pornografía de la violencia.

Esta historia ambientada en el año 480 a.C. arranca con el general Temístocles (Sullivan Stapleton) matando en plena batalla y con un lejano disparo de flecha al rey persa Darío (Igal Naor). Será entonces su hijo Jerjes (Rodrigo Santoro), devenido en su sucesor y en algo así como un nuevo dios, quien emprenda la venganza junto a la brutal Artemisia (Eva Green), comandando una imponente flota naval que amenaza con arrasar a las mucho más endebles fuerzas griegas. ¿Se sumarán a la defensa los espartanos liderados por la ahora reina viuda Gorgo, interpretada nuevamente por Lena Headey? Cabe aclarar, en este sentido, que el personaje de Leónidas que consagró a Gerard Butler sólo aparece en unas pocas tomas recicladas de la 300 original.

No hay muchas más incógnitas en esta trama básica y elemental, pero que regalará a los fans de este subgénero un festival de fluidos (baños de sangre, sudor y lágrimas), de efectos visuales en 3D (los enfrentamientos en alta mar son de gran espectacularidad) y de luchas cuerpo a cuerpo presentadas en cámara lenta y con una fragmentaria edición con espíritu de videoclip.

Lo mejor -y, en algún sentido, más sorprendente- de la propuesta es el personaje de Artemisia, una griega abusada de niña y luego rescatada y criada por los persas. Eva Green, la bella actriz francesa de Los soñadores y Sombras tenebrosas , construye una malvada desatada y desaforada, una femme fatale dueña de una crueldad, una tensión erótica, una ferocidad y una negrura que se extrañan en el resto de los personajes y las actuaciones.

En Green y en ciertos hallazgos formales residen los principales sostenes de esta segunda entrega, destinada sólo a los incondicionales seguidores de una saga que tendrá que demostrar si todavía queda interés por este tipo de propuestas luego de la limitada repercusión obtenida en todo el mundo por las recientes La leyenda de Hércules y Pompeii.