15:17 Tren a Paris

Crítica de Martín Chiavarino - Metacultura

Turistas de armas tomar

El realizador norteamericano Clint Eastwood regresa con 15:17 Tren a París (The 15:17 to Paris, 2018), un film sobre la reconstrucción de los hechos ocurridos alrededor del intento de ataque terrorista el 21 de agosto de 2015 en el tren de alta velocidad de la empresa Thalys durante el trayecto entre Ámsterdam y París. El guión de Dorothy Blyskal es una adaptación de la novela The 15:17 to Paris: The True Story of a Terrorist, a Train and Three American Soldiers, escrito por Jeffrey E. Stern junto a los protagonistas de los acontecimientos, Spencer Stone, Anthony Sadler y Alek Skarlatos, quienes se interpretan a sí mismos en la película.

Eastwood explora la infancia de los protagonistas en una escuela católica para analizar el entorno de los protagonistas, sus anhelos, sus familias, las obsesiones religiosas de los norteamericanos y la idiosincrasia belicista para comprender la formación de la personalidad y el carácter de los jóvenes que ejemplifican cabalmente al estereotipo de los soldados estadounidenses de licencia que todos los veranos recorren Europa y el mundo como mochileros. Ya sea en su comportamiento en los hostels o en los boliches, las borracheras y las posteriores resacas, el film recrea unas vacaciones típicas de un grupo de jóvenes que son conducidos por el destino hasta un enfrentamiento, tal vez buscado, que los catapulta a la heroicidad.

Desde Blood Work (2002) Eastwood trabaja con el extraordinario director de fotografía Tom Stern, responsable de Río Místico (Mystic River, 2003) e Invictus (2009), entre algunos de los más destacados trabajos junto al prolífico realizador. En esta oportunidad el responsable de la fotografía realiza un gran trabajo panorámico y de primeros planos, especialmente en las difíciles escenas en el tren, realmente logradas gracias a la minuciosa descripción de los protagonistas y la colaboración entre la incisiva fotografía y la cruda dirección del veterano director. Eastwood, por su parte, logra muy buenas actuaciones de los jóvenes protagonistas del hecho y de los niños que los personifican en su infancia, en un opus que busca en el amor de los chicos por la guerra, el maltrato que reciben y la mentalidad nacional el germen del militarismo norteamericano.

El film narra también las dificultades de los soldados para entrar en las posiciones del ejército que solicitan, los largos entrenamientos, la extensa cantidad de publicidad para que se unan al ejército y principalmente la contraposición entre los trabajos no calificados, aburridos y monótonos de una sociedad absolutamente estratificada por la posición social y los ingresos en comparación con las posibilidades de crecimiento, desarrollo de las capacidades y camaradería que el ejército ofrece como una antítesis paradójica del egoísmo del mercado que ese mismo militarismo sostiene.

Tras una serie de films extraordinarios como Sully (2016), El Francotirador (American Sniper, 2014), Jersey Boys (2014) y J. Edgar (2011), Clint Eastwood es nuevamente presa de sus obsesiones ideológicas. En este caso por entronizar a tres jóvenes norteamericanos que salvaron a los pasajeros del tren en cuestión de ser masacrados por un psicópata religioso armado hasta los dientes retrotrayéndose a la infancia de los jóvenes demasiado tiempo para culminar en una escena central demasiado breve, aunque avasallante y un final documental con la entrega de la Legión de Honor, el mayor reconocimiento de la República de Francia por parte del cuestionado presidente socialista, François Hollande, artífice y ejecutor de la desastrosa performance socialista y el descredito de su partido en las últimas elecciones presidenciales el país galo.

El intenso respeto que Eastwood profesa hacía los jóvenes queda plasmado en este film homenaje que sigue el tono del héroe común de films como Sully y El Francotirador, ambos opus con personajes y un guión más interesante. Aquí la anodina historia de los tres jóvenes nos conduce directamente hacía el lugar preciso y el momento justo en que los protagonistas debieron poner en práctica todo el entrenamiento que el ejército les proporcionó para una buena causa, algo que no siempre ocurre con las fuerzas del orden y las fuerzas militares, ya sea en el norte del continente o más al sur, donde el ejército supo labrarse un mal nombre ejerciendo el terrorismo de estado avasallando la libertad y las vidas que debían proteger.