15:17 Tren a Paris

Crítica de Jessica Johanna - Visión del cine

Clint Eastwood estrena su nueva película, 15:17 tren a París, donde narra la historia real de unos jóvenes norteamericanos que impiden un atentado en un tren que va rumbo a París. Como mayor singularidad, estos tres personajes principales están interpretados por los propios protagonistas del hecho.
Spencer, Alek y Anthony son tres jóvenes californianos que, después de hacerse adultos y haber intentado convertirse en aquello que cada uno quería, deciden irse de viaje por Europa. Allí quedan en medio de un intento de ataque terrorista que terminan impidiendo. Pero la historia de la película (que está basada en el libro que ellos mismos escribieron) comienza mucho antes. Así, 15:17 tren a París parece en un principio ser varias películas en una.

Durante la primera parte, los conocemos como niños. Los tres se caracterizan por tener problemas en la escuela, son marginados, sienten que no encajan, excepto entre ellos. Ya durante la adolescencia, aunque algunas circunstancias los alejen, se siguen manteniendo en contacto. Y el foco principal estará en Spencer, quien decide unirse a la Fuerza Aérea para convertirse en rescatista, aunque nadie lo crea capaz de lograrlo.

Y todo parece indicar que no estaban tan equivocados. Spencer pone todo de sí y sin embargo un problema físico le impide postularse para el puesto que desea. Así, después se ve en un lugar que no lo termina de convencer pero esto no le impide seguir dando su mayor esfuerzo, aunque siga pareciendo que nunca va a dar sus frutos, pues nada le sale del modo que esperaba.

A esta altura el contacto entre los tres amigos se da principalmente vía skype, donde se ponen al día, se alientan y deciden que durante aquellas vacaciones van a irse de mochileros a Europa.

Tres norteamericanos en Europa, conociendo gente, bebiendo cerveza, sacándose incontable cantidad de selfies, visitando los lugares más típicos y elegidos de estos destinos. La vida es dura, difícil pero ahora ellos están disfrutando del reencuentro y de un viaje soñado. Y entre tantos destinos de Europa no terminan de decidirse si vale o no la pena visitar París.

La última parte de la película es la que se enfoca en el hecho principal, el que los hizo célebres, y es ahí donde reviven el momento en que todo lo que antes había parecido en vano para Spencer de repente cobra sentido. Si bien durante todo el relato hay pequeños atisbos de imágenes de lo que sucede en el tren aquel día, es recién acá donde el film consigue la tensión necesaria, si bien uno ya conoce de antemano la resolución.

Si bien no son actores profesionales, hay que decir que los tres protagonistas están muy bien en sus respectivos papeles. Claro, se interpretan a ellos mismos, pero es imposible no pensar en que no debe haber sido fácil revivir ciertos momentos y lo cierto es que se desenvuelven en cada uno de estos bastante bien. Después están las actrices Judy Greer y Jenna Fischer como madres que, ante todo, quieren lo mejor para sus hijos. Por otro lado, con excepción de algunas partes del viaje a Europa, no se percibe un aire a documental o una mera recreación de hechos. Al mismo tiempo, a nivel cinematográfico se la siente poco inspirada. Y eso se nota sobre todo cerca del final, cuando no puede evitar subrayar ideas claras desde un principio.

Después está el detalle de que hay un cuarto condecorado pero parecería que ni interesara. Un francés que aparece en la escena pero nunca tiene una pizca de protagonismo, porque lo que importa es la historia de los tres norteamericanos. Tampoco el terrorista tiene un atisbo de construcción como personaje. Todo resulta más bien plano.