12 horas para sobrevivir: El Inicio

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Cuando algo funciona -económicamente, esto es: vende entradas- y las ideas escasean, además de hacer secuelas ahora se impone la precuela. Y a The Purge o La noche de la expiación le ha llegado la suya.

¿Qué cambia? No mucho. Al contar el inicio de la matanza permitida por ley por un flamante partido gobernante en los Estados Unidos (los Nuevos Padres de la Patria, que han desplazado a Republicanos y Demócratas), el morbo se mantiene intacto, aunque el director haya cambiado por primera vez en las entregas. Ya no es James DeMonaco, sino que ahora es un afroamericano (Gerard McMurray, de Burning Sands). Y es que los personajes de color (sobre)abundan en esta película, ya que se sitúa en Staten Island, Nueva York, y son sus barrios más carenciados la tierra que tienen como eje quienes quieran desatar su ira contenida (por la falta de empleo) y la violencia.

Están los que buscan -y el que busca siempre encuentra- una mirada crítica a la administración de Donald Trump, pero estas películas comenzaron cuando Obama estaba en el poder… Lo cierto es que sí hay una posición tomada en cuanto a que el Gobierno impone lo que quiere, a partir de este “experimento” en el cual por doce horas cualquier asesinato que se cometa no será castigado. Y hasta se busca premiar con dólares a quienes salgan a expurgar y lo muestren con lentes de contacto que filman las matanzas.

El asunto es que “los buenos”, bah, los que saldrán a impartir “justicia” o impedir que “los malos” (blancos, bien, pero bien arios, rusos y/o extranjeros) masacren a los indefensos (negros, algunos latinos) son los que manejan el narcotráfico. Esto es: los héroes son los narcos negros de Staten Island.

¿Cuenta como película inclusiva para el Oscar?

El resto es más de lo mismo. Ya no hay una familia acosada (la de Ethan Hawke en el filme de 2013) sino que aquí los targets a asesinar son varios. Y la sangre derramada y desperdiciada en el rodaje, también.