Zoolander 2

Crítica de María Paula Rios - CineramaPlus+

ELOGIO DE LA IMPERFECCIÓN

Vemos una persecución entre motos y automóviles en medio de la ciudad de Roma. Cuando la persecución llega a su fin descubrimos que debajo de la capucha se encuentra, nada mas y nada menos, que Justin Biever. Y, para terror, de las fans esta a punto de ser asesinado. A pesar que la estrella pop pide ayuda a Sting, este no se la otorga (¿justicia poética?), y Justin muere ridiculamente acribillado. Con el último aliento se saca una selfie haciendo una mirada de la autoría de Derek Zoolander.

Esta es la primera secuencia de Zoolander 2, que comienza con mucho empuje (muy arriba diríamos en una jerga mas coloquial), entonces el desafío será mantener este nervio filmíco. Es cierto que hay baches narrativos o chistes no muy eficientes en la media del filme, pero hay que rescatar que el espíritu de la primera parte se mantiene allí, intacto. Lo mismo que pasa con la mirada Blue Steel de Derek Zoolander, está apagada, sin pasión, hasta que resurge de otra forma, y ofrece todo lo fans buscan.

Si, es una película para sus fanáticos que quieren saber lo que paso con Hansel y sus orgías, con el hijo de Derek, y por supuesto, si va a volver el malvado Mugatu, el creador de la corbatas piano. También están los multiples cameos de famosos, parrafo aparte merece el personaje de Benedict Cumberbatch, All, un ser andrógino que llega al paroxismo de casarse consigo mismo. En este punto el género ya no importa, por mas que Derek y Hansel, confundidos, insistan en una definición genital (ambos en el universo del filme están demodé).

Como comienza, termina, con toda la fuerza y mas identitaria que nunca. El microcosmos Zoolander 2 explota en una sucesión de gags dementes, imprevisibles y provocadores. ¿Acaso estas no son características del avant-garde?. Ambas Zoolanders trascienden esa crítica ingenua a la frivolidad del mundo mundo de la moda y de los famosos, porque flirtean con los limites del status quo. Por esto celebro sus imperfecciones y el factor simbólico que evidencia esta singular y divertida comedia dirigida por el gran Ben Stiller.

Por María Paula Rios
@_Live_in_Peace