Zoolander 2

Crítica de Horacio Bilbao - Clarín

Derek y Hansel están de vuelta

Ben Stiller y Owen Wilson apenas salvan con sus actuaciones la esperada segunda parte de “Zoolander”.

Derek (Ben Stiller) y Hansel (Owen Wilson) están de vuelta. Literalmente. De eso se trata Zoolander 2. Uno se volvió ermitaño cuando le quitaron la patria potestad de su hijo, el otro se mudo al desierto con un harem, y allí esconde su cicatriz. Por lo demás, están igual de tontos.

Pasados de moda, deberán volver a las pasarelas, copadas ahora por los hipsters. Pero de arranque hay un problema, un fuera de registro. Son tantas las tragedias que acosaron a los protagonistas tras el final feliz de la primera entrega, incluida la muerte de Matilda, esposa de Derek, que el humor y la parodia del filme suenan en solfa. No alcanza con el primer cameo de Justin Bieber, asesinado, haciéndose una selfie apelando a una de las caras de Derek mientras agoniza. Se necesitan unos minutos para recuperarse de shock.

De a poco, Stiller (en su rol de director) lo logra. Y cuando esto ocurre, otra vez aparecen los baches, una inevitable sensación de repetición y una exagerada abundancia de subtemas conocidos. Las orgías de Hansel, la paternidad de Derek, la historia de la chica Interpol, que no es otra que Penélope Cruz (su inglés contribuye al solfa), el pulular de cameos y la nueva trampa de Mugatu, el diseñador rufián, siempre dispuesto a aprovechar la estupidez de los modelos.

Dos generaciones de modelos, dos clases de estupidez. Ya no se discuten el trabajo infantil en Malasia, como en la primera entrega. Aquí el escenario principal es Roma, pero otra vez la parodia del mundo del modelaje, la ausencia de materia gris de los colegas del rubro, son la mayor argamasa para el gag. (Entre los cameos brilla el de Sting, que esgrime dos únicas diferencias entre un modelo y un rock star: talento e inteligencia).

Los amantes de Zoolander van a divertirse, pero pasaron quince años con conspiradores modelando celebrities huecas. ¿Será que el público compró?