Zoofobia

Crítica de Alejandro Lingenti - La Nación

Algunos de los hechos que cuenta este singular documental son como mínimo curiosos: la muerte de un oso polar en la Navidad de 2012, cuando el calor derretía a los porteños y el cielo se llenaba de fuegos artificiales, la decisión tomada por el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta de cerrar el Zoológico de Buenos Aires, después de 140 años de funcionamiento, para transformarlo en un ecoparque y una medida judicial sin precedente en la que se le reconoció a una orangutana -la famosa “Sandra”- la categoría de “persona no humana” que solicitó un abogado fanático de Batman y el básquetbol. Si todo suena exótico es porque efectivamente lo es, y Zoofobia lo explota muy bien: encuentra una galería de personajes formidable -muchos de ellos de talante quijotesco- y combina la comedia que producen algunas de sus ideas y obsesiones con la discusión pública que vienen planteando desde hace años los que se oponen al encierro de animales.

En su recorrido zigzagueante, apoyado por una voz en off de tono deliberadamente didáctico que le añade otro toque de humor al relato, la película incorpora escenas en La Plata, Chaco y zoológicos de Alemania -país donde siguen siendo muy populares- que reconstruyen una larga historia y plantean diferentes puntos de vista sobre los mecanismos de conservación de las especies en riesgo de extinción. Quedan unos mil zoológicos en todo mundo y la pregunta sobre un modelo superador al de los animales en cautiverio sigue abierta, como dejan claro algunos especialistas que opinan en este film heterodoxo y atrapante.