Zombieland: tiro de gracia

Crítica de María Paula Rios - Fandango

Ruben Fleischer nos trae una secuela tan gore y paródica como su antecesora.
¡Era hora! Diez años después llega a nuestros cines la esperada secuela de Zombieland, también dirigida por Ruben Fleischer. Sin dudas todos queríamos saber qué sucedió con ese grupo tan heterogéneo que sobrevivió a un apocalipsis zombie: Columbus (Jesse Eisenberg), el rudo Tallahassee (Woody Harrelson), y las hermanas Wichita (Emma Stone) y Little Rock (Abigail Breslin).

La secuela nos trae ahora al grupo unido, muy preparados para combatir muertos vivos, y mudados a una abandonada Casa Blanca. Columbus y Wichita siguen en modo romance, y Tallahassee ha asumido el papel de padre sobreprotector de Little Rock, quien es una adolescente, con intereses y la rebeldía típica de la edad.

Los chicos establecen sus propias reglas para hacer frente a la adversidad y conforman una dinámica familiar muy particular. Si bien los hombres se sienten confortados en su nuevo hogar, las mujeres están algo inquietas. Little Rock quiere vivir nuevas experiencias a pesar de que la rodea un ámbito post apocalíptico; y Wichita sale algo espantada cuando Columbus le pide casamiento. El resultado, las hermanas escapan.
A partir de aquí comenzará una road movie de los más alocada y sin rumbo definido que incluirá nuevos personajes, como la refrescante Madison (Zoey Deutch); Berkeley (Avan Jogia), un hippie que combate zombies con canciones pacifistas usando su guitarra como arma; una aguerrida Nevada (Rosario Dawson); cual espejo, dos personajes que serán los doppelgangers de nuestros protagonistas hombres; y claro que los zombies quienes han evolucionado, ahora hay una nueva cepa dura de matar.

Conceptualmente Zombieland: Tiro de Gracia, sigue el rumbo de su antecesora. No solo está plagada de sangre, acción física y chistes irreverentes, sino que en su narración parece que redobla la noción paródica. O sea, metadiscursivamente, se convierte en la parodia de la parodia inicial ¿se entiende? No cabe duda que nos divertiremos a lo grande con este cuarteto, a pesar de que los personajes no tienen las motivaciones muy claras. Si bien no devoran cerebros y tienen raciocinio, ellos se han vuelto un poco zombies.

Vagan sin rumbo y la cinta sigue esta misma dinámica: se estructura como de a momentos, a partir de gags, diálogos desopilantes y autorreferenciales. Párrafo aparte (¡Spoiler!) la aparición de Bill Murray en la escena post créditos, ya es de culto. Nos retrotraemos al 2009 y vemos como Bill lucha contra zombies solo con una silla de arma, previo a presentar su película Garfield 3. Chic@s, preparen las gaseosas y las palomitas, que estamos ante una secuela que vale la pena.