Zombieland: tiro de gracia

Crítica de Jessica Blady - Filo.news

Zombieland 2 es una secuela innecesaria y desactualizada

Tallahassee, Columbus, Wichita y Little Rock están de regreso una década después, pero sus aventuras no parecen haber envejecido.

Hace diez años, Ruben Fleischer hacía el salto a la pantalla grande con “Tierra de Zombies” (Zombieland, 2009), comedia de terror con pocas pretensiones, un presupuesto ajustado y un par de caras que empezaban a emerger en la constelación hollywoodense. Y sí, del cuarteto protagonista, el único con un currículum destacable era Woody Harrelson, el resto (Jesse Eisenberg, Emma Stone y Abigail Breslin) comenzaba a dar sus primeros pasos delante de la cámara, y un poco deben agradecerle a esta road movie recargada de muertos vivientes que recuperó su inversión con la recaudación de su primer fin de semana en los Estados Unidos.

Hoy, una década después, el panorama es muy diferente, pero Tallahassee (Harrelson), Columbus (Eisenberg), Wichita (Stone) y Little Rock (Breslin) se vuelven a juntar para rememorar aquellos buenos viejos tiempos, expandir un poco más este universo e intentar seguir sobreviviendo al apocalipsis en plan de familia disfuncional. Por ahí pasa la excusa de este reencuentro, con un Fleischer que viene de romperla con “Venom” (2018) -al menos, en cuanto a números de taquilla- y varios de sus protagonistas oscarizados.

No vamos a entrar en la discusión de cuán necesaria, o no, es esta secuela, pero a rasgos generales tiene poco que aportar a una historia que no se beneficia de dicha continuación, es más, le queda repetitiva y un tanto añeja, teniendo en cuenta que sus chistes expiraron mucho más de una década atrás. “Zombieland: Tiro de Gracia” (Zombieland: Double Tap, 2019) subsiste gracias a sus protagonistas y la química que se entabla entre ellos. También a las mejoradas escenas de acción (y al doble de presupuesto) y a alguna que otra simpática referencia. ¿Es posible hacer una película en 2019 sin guiños a la cultura pop? Lo dejamos para otro debate.

El resto es un rejunte de chascarrillos gastados, creados a base de estereotipos aún más gastados, y un conjunto de nuevos personajes que entran y salen de escena sin mucho peso. No se dejen engañar por los adelantos, la historia que nos cuentan va por otro lado y la incursión de Nevada (Rosario Dawson), Albuquerque (Luke Wilson) y Flagstaff (Thomas Middleditch) se siente un poco deslucida y desaprovechada.

“Zombieland: Tiro de Gracia” arranca sin dar muchas explicaciones de lo que estuvieron haciendo nuestros protagonistas durante estos diez años de apocalipsis zombie. El presente los encuentra haciendo rancho en la Casa Blanca -su nuevo hogar-, tratando de llevar una vida normal, en el caso de Wichita y Columbus, como parejita enamorada. La estabilidad no les dura mucho, y la joven Little Rock decide partir por su cuenta para encontrar su propio rumbo alejada de la sobreprotección de Tallahassee. Afuera, el mundo es un tanto distinto, ya que los muertos vivos fueron evolucionando, muchas veces, en criaturas más veloces, inteligentes y peligrosas.

Este es el disparador para volver a salir a la ruta, vivir aventuras y situaciones alocadas. En el camino conocemos a Berkeley (Avan Jogia), un hippie pacifista que hace buenas migas con Little Rock, y a Madison (Zoey Deutch), cuya única misión es ser la ‘rubia tonta’ de la historia. Sí, en serio, y en cierto punto ya da un poco de vergüenza la explotación de un personaje salido de una comedia de la década del ochenta.

Una familia muy normal
Fleischer y sus guionistas -Dave Callaham, Rhett Reese y Paul Wernick- parecen más interesados en repetir la fórmula que ya les funcionó la primera vez y no tanto en expandir este universo que fue ganado adeptos con el tiempo, mucho después de su estreno cinematográfico. No cabe duda que esta nueva aventura está enfocada en esos leales seguidores que pueden captar hasta la más mínima referencia, pero también en los nuevos espectadores que llegan un poco despistados. Para ellos van las constantes repeticiones y sobre explicaciones que pronto se transforman en redundancia, más allá de que formen parte de un chiste constante.

Al final, uno debería preguntarse (como muchas veces con estas secuelas tardías) qué ganamos los espectadores. Sí, “Zombieland: Tiro de Gracia” es entretenida y nos arranca algunas sonrisas desde el principio, pero va decayendo con el correr de los minutos, su humor soso y una narración cíclica que no nos lleva a ninguna parte. Lo mejor, como ya dijimos, termina siendo el cuarteto protagonista y una simpática escena post-créditos… y hasta este plus lo terminan estirando para raspar el tarro de un cameo muy esperado.

Si “Zombieland” se benefició de éxitos ‘parecidos’ como “The Walking Daead”, esta secuela sufre del mismo desgaste que la serie/cómic de Robert Kirkman. Puede ser que la saturación de los comecerebros ya no llame nuestra atención y esto influya en la recepción de la historia, aunque en el caso de la aventura de Fleischer, las criaturas siempre fueron (y siguen siendo) una excusa para jugar con las relaciones entre los protagonistas. Lamentablemente, esto ya no nos alcanza y “Tiro de Gracia” cae en el olvido, incluso más rápido que ‘la muerte zombie de la semana’.