Zenitram

Crítica de Pablo Lancone - Nuestros actores

Héroe nacional y popular

Juan Minujín se calza el traje de Zenitram, un superhombre algo torpe que le hace frente a su destino de ser argentino.

"Con un poco de humor es más fácil decir cosas terribles", reflexionaba hace algún tiempo el director argentino Luis Barone. Será por eso que eligió un cuento corto de Juan Sasturain para llevar a la pantalla grande al primer superhéroe vernáculo de carne y hueso, un argentino que deberá hacerse cargo del destino que le tocó en suerte y luchar contra un presente poco alentador.

Y es que Zenitram, el film que relata las desventuras de este particular hombre volador, está plagado de guiños hacia nuestra idiosincracia. Así, la historia comienza en una Buenos Aires del año 2025, una ciudad azotada por las grandes corporaciones que acaparan el monopolio del agua y gobernada por un tirano (Daniel Fanego) de gestos populistas y políticas antinacionales.

Pero la contraparte antes tanta injusticia llegará del lugar menos pensando: un baño en la estación de trenes de Constitución. Rubén Martínez (Juan Minujín), acaba de perder su trabajo como recolector de basura y recibe un "don" que lo hace repentinamente poseedor de una fuerza sobrehumana y de la capacidad de volar.

Claro que Martínez (Zenitram, a partir de ahora) apenas sabrá controlar esos dos superpoderes que le han sido asignados, y se las ingeniará para ayudar a la población a recuperar el libre acceso al agua. Eso hasta que él también empiece a ser manipulado, tras aceptar un cargo dentro del gabinete del tirano gobernante. Pero la súbita popularidad y los excesos, levarán a nuestro héroe a caer en desgracia y terminar internado en el "Miami Superheros Hospital", una clínica de rehabilitación en Estados Unidos. Lejos de su país, se da cuenta que su Argentina lo necesita, y Zenitram, excedido un poco de peso, vuelve a luchar por su patria.

Nuestro primer superhéroe vernáculo es solidario, vulnerable, adicto a la cocaína (un hábito que adquirió para poder sobrellevar el vértigo de volar), y no siempre actúa con acierto. Un reflejo bien retratado de la identidad nacional desde el guión, con referencias a nuestro pasado histórico y también a nuesto presente más inmediato. Acompaña a esta delirante historia una correcta actuación de Minujín, aunque algunos papeles secundarios sean poco consistentes.

Una buena apuesta a un género que no es común en el cine nacional -quizás el antecedente más cercano sea La antena, de Estaban Sapir-, con una realista recreación de lo que puede ser un futuro apocalíptico y efectos especiales acordes a la verosimilitud del relato.

Zenitram, hay un argentino que vuela, quinta película dirigida por Barone, resultó ganadora del concurso del Bicentenario convocado por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales. El reconocimiento parece haber animado al creador a buscar una secuela (Zenitram, Samba y Tango) , actualmente en producción.