Zenitram

Crítica de María Eugenia D'Alessio - A Sala Llena

La historia del joven pobre y desconocido que de la noche a la mañana se convierte en héroe nacional —parecida a tantos casos de la vida real— es la que da pie a este increíble film, tan original como irónico.

Zenitram es una historia fantástica que ocurre en la Argentina del futuro y que habla sobre temas reales: la falta de agua, la incursión de las grandes corporaciones internacionales en el país que van adueñándose de los recursos naturales; la explotación que hacen los medios de comunicación de los casos que salen de lo común y que ayudan a vender más ejemplares; la “avivada criolla” de quien ve en otro la posibilidad de ganar más dinero para sí mismo. Todo contado como si fuera una historieta —lo que permite que la mirada sea más suspicaz, irónica y crítica—, y con un protagonista (Juan Minujín, en el papel de Zenitram) que tiene que lidiar con los poderes que le fueron otorgados y que no sabe manejar muy bien.

El héroe sale de los cánones a los que estamos acostumbrados: puede volar pero debe aprender a hacerlo bien; su nuevo papel político y social lo abruma; la fama y su nueva vida lo aturden y pronto acude a la cocaína para sentir que supera todo aquello que le produce miedo o vértigo.

La película está basada en el cuento de Juan Sasturaín, quien también participó del guión. Si bien es una coproducción argentina, brasilera y española, Zenitram es argentino desde su origen, y eso queda bien claro a través del uso del lenguaje —tanto verbal como cinematográfico—; de las situaciones y la manera en la que se desarrolla la historia. Las situaciones que se plantean no hacen más que afirmar esta argentinidad. Por otro lado, tiene un elenco bastante heterogéneo; sin embargo, cada uno de los personajes parece haber sido escrito para los actores que los interpretaron.

Zenitram es divertida, irónica, diferente; un film que seguramente dará que hablar.