Zenitram

Crítica de Claudio D. Minghetti - La Nación

Un superhéroe con poco combustible

El relato de Juan Sasturain fue llevado a la pantalla grande en este film como una caricatura del mundo del cómic

En la Buenos Aires ultraseca del 2030, Rubén Martínez (Juan Minujín), joven basurero que vive en una villa, descubre en un baño de la estación Constitución que al apretarse con una mano los genitales y al grito de su apellido al "vesre" (como la ya mítica marca de depósitos de sanitarios), se convierte en alguien que puede volar. Pero no es lo único que hace. Al ser descubierto en primera plana por un periodista (Luis Luque) y de esa forma observado con atención por el presidente Olgo Orozco (Daniel Fanego), su vida cambia por completo.

Primero se unirá a un viejo científico empeñado en cambiar el curso de las aguas (y recuperarlas para la gente), a la hija del veterano que retorna del exilio con un secreto bien guardado a cuestas, y a Fumetti, un dibujante de cómics (Daniel Santoro). Más tarde será nombrado ministro y se verá comprometido con los oscuros intereses del empresario español (Jordi Mollá) que comercializa el agua potable con tarjetas magnéticas. La adicción a las drogas inducida por el reportero llevarán al superhéroe con nombre capicúa a un centro de rehabilitación de gente con poderes especiales en Miami, donde conocerá a un par suyo en decadencia (Steven Bauer), que hará amistad con él, pero en verdad es un agente secreto.

La adaptación del original de Juan Sasturain acerca de un superhéroe que durante los festejos del Bicentenario choca con el Obelisco, si bien con algunos altibajos importantes en materia de diálogos y de cierta falta de ajuste a la hora del montaje, conserva algo del espíritu de cómic que el autor le imprimió al original, pero no alcanza la meta por completo.

Lo mismo ocurre con los actores elegidos para recrear sus personajes caricaturescos, desde Minujín y Luque hasta Fanego (el mandatario cínico hasta el caracú). Los efectos hacen juego con esta obra "a la Argentina" que siempre parece atada con alambre y su final, como era de esperar, suena a paradoja o burla, depende de cómo se lo mire. Así y todo, y como las buenas intenciones no se filman, los "peros" superan a las virtudes.

En suma, Zenitram es nada más un chiste a la criolla acerca de cómo sería un superhéroe argentino, y como tal, apenas hace cosquillas.