Yo, traidor

Crítica de Ignacio Dunand - El Destape

Mariano Martínez brilla en un thriller bañado en moralina ahuyentadora

El viraje dramático de Mariano Martínez es de lo más interesante, no así la resolución de la historia creada por Rodrigo Fernández Engler. El thriller no logra mantener toda la potencia con la que arranca logrando un trabajo a medias, sostenido por el oficio del elenco.

Ver a Mariano Martínez en una película dramática, con un personaje oscuro y cegado por la avaricia, es, como evento en sí mismo, de lo más interesante. El actor de Polka protagoniza Yo, traidor, un thriller político dirigido por Rodrigo Fernández Engler y con un mejunje de virtudes y defectos a la luz y al alcance del espectador que agudice un poco la mirada. Bien por el elenco; mal por los caminos de moralina inentendible con los que culmina el relato.

La película cuenta la historia de Máximo (Martínez), un joven y ambicioso abogado que mezcla el beneficio propio con el familiar. A partir de la venta de la empresa que maneja junto a su padre y hermano, mueve los hilos para ingresar en un nuevo negocio que solo lo beneficia a él. La traición a su sangre y las internas políticas del pueblo de pescadores en el que se instala, trastocan su personalidad al punto de llevarlo por caminos sinuosos y hacía contactos siniestros.

Alejado de los roles cómicos o de galán de telenovelas, Martínez ofrece una de sus interpretaciones más maduras hasta el momento. Se hace presente en él una búsqueda por superarse, lo consigue y llega a registros dramáticos -poco explorados durante su trayectoria- que sorprenden. Llegado el punto de quiebre del personaje, la entrega total de Mariano Matínez logra conmover. El reparto (Jorge Marrale, Osvaldo Santoro, Arturo Puig y Sergio Surraco) acompañan con sólidas interpretaciones, aunque Puig es el roba escenas por excelencia, en la carne de un mafioso inescrupuloso que no duda en mancharse de sangre para alcanzar el éxito.

El problema de Yo, traidor inicia en el último tercio de película y es la destrucción total del clímax que lentamente se va tejiendo sobre la historia. La escena del punto de quiebre (atención spoiler), con Máximo cayendo abatido por la frustración y la derrota del que lo tenía todo y lo perdió por subestimar los hilos de la mafia política, podría haber sido un cierre espectacular, desolador. Y no. El director prefiere ir a por rumbos convencionales, dándole al personaje la oportunidad de redimirse y actuar como buena persona.