Yo, traidor

Crítica de Emiliano Basile - EscribiendoCine

Relato sobre el poder y la avaricia con Mariano Martínez

El film de Rodrigo Fernández Engler habla de lealtades corporativas y traiciones familiares en el mundo empresarial argentino.

Yo, traidor (2021) comienza como si se tratara del más oscuro cine negro a plena luz del día. La trama de corrupción, mafia y complicidad política marcan el tono de la película y prefiguran la idea del ascenso rápido al poder y sus nefastas consecuencias.

La película dirigida por Rodrigo Fernández Engler y co escrita junto a Mario Pedernera (Pies en la tierra, 2012) funciona como un cine de denuncia con moraleja en tono con los films de Adolfo Aristarain o Fernando Ayala de la década del ochenta. El poder corporativo que hace negocios a espaldas -y a costa- de los trabajadores. En esa línea aparece Osvaldo Santoro con similitud a los personajes de Ulises Dumont o Julio De Grazia.

Pero el film no busca dar un mensaje sobre el valor de la resistencia como aquellas películas sino sobre la redención. Se centra en Máximo Ferradas (muy buena actuación de Mariano Martínez), un joven empresario de la pesca que busca hacer negocios en una localidad costera de la Patagonia Argentina. La estructura narrativa encuentra parecidos con Wall Street (Oliver Stone, 1987), Máximo entrega la empresa de su padre Francisco (Jorge Marrale) a un inescrupuloso empresario del sur llamado Caviedes (Arturo Puig) con el fin de lograr un rápido ascenso al poder, que incluye entramados mafiosos, políticos y judiciales.

Encontrará resistencia en Coletto (Santoro), un pescador con principios que no se deja seducir por sus propuestas de manipulación. Yo, traidor habla también de la relación padre e hijo. Cada uno de los hombres mencionados son figuras paternas para Máximo de quienes deberá aprender el mejor camino a seguir. El ascenso rápido proporciona una veloz y estrepitosa caída y sanar la culpa será su meta.

Yo, traidor puede pecar de subrayados innecesarios en la moraleja que desliza, pero demuestra también pasión por la narración. Esta bien actuada y mejor filmada, con estéticos planos y movimientos de cámara que “cuentan” por sí solos la historia de un hombre que choca contra sus propias ambiciones y debe aprender la lección.