Yo soy Simón

Crítica de Melody San Luis - Fancinema

EL HUMOR ANTE EL DOLOR

Greg Berlanti vuelve a utilizar el humor para desdramatizar las vicisitudes que les transcurren a los personajes. Al igual que en Bajo el mismo techo, la comedia le permite explorar sobre los mandatos preestablecidos y le da un corte a todo lo que pueda ser excesivo. El drama y el romance aparecen en su justa medida gracias a determinadas escenas y personajes que saben interrumpir la situación y resignificarla.

Yo soy Simón cuenta la historia de un joven que no se anima a revelar su elección de género por el ambiente hostil que observa. Pero esta frase, que resume la película, no tiene nada que ver con el tono con el que es narrada. El film no se centra en explotar el malestar del adolescente sino en dar cuenta de lo absurda que es nuestra sociedad. El hecho de estar toda la película expectante hacia los movimientos y acciones de cualquiera de los personajes para descubrir quién es el enamorado secreto de Simón, muestra cómo no existe una característica que haga gay al gay. Cada uno de los chicos podía ser el usuario a develar, sin importar quién y cómo fuera. También se muestra al estereotipo de homosexual, el único de los jóvenes que ha “salido del closet”, como dicen ellos, en el que vemos cómo toma una postura exagerada de características socialmente aprehendidas como femeninas para poder sobrellevar su elección. Por miedo a ser rechazado, toma un “papel”, actúa ser de una forma para lograr crear un lugar donde pareciera no haber espacio.

En la escena en la que Simón se imagina cómo sería que los heterosexuales tuvieran que explicar a sus familias que les gustan las personas del sexo contrario, vemos cómo se desnaturalizan los mandatos desde la comicidad. La reflexión sobre cómo nos comportamos como sociedad está dada de la mano de la dinámica de los jóvenes. Los modelos de belleza es otro de los aspectos que se mencionan y que vemos cómo están funcionando a la hora de relacionarse entre los adolescentes. Aparece así la joven que tiene éxito con los chicos por su belleza, pero que en realidad nadie conoce de verdad. Hay, en relación a esto, un momento clave para el film -que parece tener un guiño a Aquellos viejos tiempos por la utilización de la mascota del equipo como vehículo de risa y próxima desgracia- en el que uno de los jóvenes, no muy popular entre sus pares, declara su amor a esta muchacha codiciada por todos. Hay, centrado en ese muñeco, que tiene vida por un hombre, una mirada del espectador que se debate entre que obtenga su triunfo o que pierda su objetivo de forma desastrosa. En escenas como esta podemos observar cómo el film se sirve del humor para poder hablar de una desgraciada decepción, que responde a los estándares de belleza. Aunque la chica encuentra en este adolescente a una persona que realmente la escucha, decide rechazarlo y salir con uno de los más populares.

Si bien Nick Robinson no interpreta a un personaje que resulta cómico, termina generando comicidad por sus posturas estructuradas y su seriedad ante escenas de exposición corporal como es el baile en el que él imagina cómo declara su sexualidad. Otro de los actores esenciales para poder generar un clima cómico es Tony Hale, el director. Este personaje se lleva todos los créditos, su excentricidad otorga una muestra exagerada de la distancia entre los adultos y los jóvenes. Tiene toda la onda, pero no llega a comprender los intereses de los jóvenes en lo más mínimo. Y sumado a esto, cuenta con la particularidad de tener expresiones y gestos muy graciosos.