Yo soy asi, Tita de Buenos Aires

Crítica de Sofía Lara Gómez Pisa - A Sala Llena

Vivir para el arte

Yo soy Así, Tita de Buenos Aires (2017) narra, a través del biopic, la vida de una de las mujeres más polémicas y representativas del tango de nuestro país. Laura Ana Morello, quien es “salvada” de su vida de arrabal por una casualidad, pero que, víctima de una ideología poco amable con las mujeres, se transforma en una estrella del mercado… con todo lo que eso implica.

Existe algo que caracteriza el cine de Constantini: la cuidada estética que pone en cada uno de sus planos. Allí emerge un conocimiento teatral que permite desplegar cada una de las canciones de Tita -que se entreveran con su vida personal- sin dejar ningún cabo suelto estético.

La construcción del biopic se vuelve así sumamente funcional: a medida que vamos enterándonos de los recovecos de la vida -no tan agradable- de Tita de Buenos Aires, se van grabando sus canciones, como para darle a cada segundo de este nuevo material, la línea argumental justa para que la vida de Tita tenga sentido.

Otra de las características del film es una suerte de doble plano que podría pensarse onírico; por momentos no se sabe exactamente dónde empieza la vida de Tita y dónde la de sus shows. La artista se funde a su deber de darse a los demás.

La interpretación de Funes es precisa; en su primer protagónico en un largometraje, ella sale airosa. Otros actores que se roban la escena son Damián De Santo en el papel de Sandrini, el mítico Pasik y la siempre hermosa Esther Goris, con la que -como se ve en la película- Tita mantuvo, hasta el último día de su vida, un vínculo muy profundo (como si acaso su madre viviera, por momentos, a través de la luz de su fama).

La película contiene un dejo de desesperanza. Al parecer, Tita también era una prisionera del tiempo. Y su voz arrabalera, que ella no quiso modificar jamás, le valió el rechazo de un ambiente para el cual el tango de arrabal y los juegos políticos de su tiempo la fueron dejando sin espacios donde expresarse.

Al fin y al cabo, Tita se transformó en una figura cabal para las mujeres de su tiempo y sin su necesaria presencia muchas de ellas no hubieran sabido de la importancia de imponerse, de decir su verdad cueste lo que cueste, de decirle al mundo “Yo soy así” cada vez que alguien las criticara.