Yo sé lo que envenena

Crítica de Patricio Paludi - Revista Meta

Tres amigos del conurbano bonaerense, cada uno con una aventura y un objetivo distinto en sus vidas, y una pasión que los une: el Heavy Metal. Rama es motoquero y de manera fortuita se va a encontrar con una bella joven que acaba de perder a su novio en su accidente vial, Chacho lucha por triunfar como actor y deambula de un casting a otro esperando la oportunidad que le permita dejar el trabajo ganadero junto a su padre, finalmente Ivan es el intransigente y duro del grupo, toca en una banda de metal, escucha Almafuerte y por primera vez tiene la oportunidad de conocer cara a cara a su ídolo máximo Iorio.

El viaje de nuestros protagonistas está repleto de situaciones y conflictos originales y muy divertidos, de esa forma, el amor por el cine, la música y los amigos del director y guionista Federico Sosa, desborda la pantalla con naturalidad, permitiendo el disfrute y la identificación con estos tres antihéroes en camino a la adultez. El guion es uno de los puntos altos de esta producción y mueve ágilmente las acciones de un joven a otro, con un gran timing para las escenas cómicas pero desarrollando al mismo tiempo la faceta más profunda y sensible de cada personaje.

Un casting de lujo y muy acertado termina de asegurar el éxito de esta aventura. El trió de protagonistas consigue interpretaciones brillantes. Tanto Sergio Podeley (Rama), como Gustavo Pardi (Chacho) y Federico Liss (Ivan, el favorito de los metaleros) dan un nivel de realismo y credibilidad a estos seres bohemios y marginales, que remiten al mundo de Campusano (gran influencia de Sosa) pero con una calidad artística y profesional muy superior. Pero aun hay más, ya que toda gran película necesita de buenos personajes secundarios y allí se destacan también grandes actores como Ezequiel Tronconi, Marta Haller, Valeria Correa y el gigante Claudio Rissi, todos con participaciones que les permiten lucirse.

Yo sé lo que envenena es una gran comedia sobre la amistad, con personajes de una coming of age tardía, que se encuentran marcados a fuego por la geografía a la que pertenecen y hacen culto de valores nacionales y populares que no son recurrentes en nuestro cine.