Yo no me llamo Ruben Blades

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Cantante y compositor con un lugar destacado en la historia grande de la salsa, abogado doctorado en Harvard, actor en producciones de Hollywood y del cine independiente norteamericano, exfuncionario (fue ministro de Turismo entre 2004 y 2009) y candidato presidencial (quedó tercero, con el 20 por ciento de los votos), activista e intelectual radicado en Nueva York, pero en permanente contacto con su Panamá natal.

Todo eso (y mucho más) ha sido y es Rubén Blades, quien con 70 años y cinco décadas de carrera musical surge como uno de los artistas más fascinantes y multifacéticos de América Latina. El guionista y director panameño Abner Benaim ( Empleadas y patrones, Invasión) siguió durante tres años a Blades para concebir un retrato íntimo y confesional, sin alardes narrativos, pero sincero incluso en aspectos incómodos como su paternidad tardía (terminó reconociendo a un hijo nacido muchos años antes).

El documental muestra la trastienda de una gira con shows masivos, su compromiso social, reconstruye su batalla desigual contra los abusos de la industria discográfica (ya es legendaria su disputa con Fania Records), su paso bastante fallido por la política y su pensamiento sobre los más variados temas. En cambio, no aportan demasiado los testimonios de Sting, Paul Simon y otras figuras que reverencian al creador de populares temas como "Pedro Navaja" o "Tiburón". La brillante trayectoria de Blades no necesita de este tipo de palmadas en la espalda.