Yo, mi mujer y mi mujer muerta

Crítica de Marcelo Cafferata - El Espectador Avezado

Santi Amoedo es el director de esta coproducción argentino-española que si bien para nosotros es el primer trabajo que se estrena comercialmente, este director ya cuenta con algunas comedias en su haber y que, además, suele ser el guionista de sus propias películas.
En el caso particular de “YO, MI MUJER Y MI MUJER MUERTA”, obviamente el fin último está puesto en armar un producto comercialmente digno y que sirva de entretenimiento, con lo cual con un director correcto y con alguna trayectoria como Amoedo, el objetivo se cumple y ya es suficiente.
Pero el problema con el que debe lidiar el propio director, es con su guión (en este caso co-escrito con Rafael Cobos quien sí tiene en su haber interesantes trabajos como “La isla mínima” o “El hombre de las mil caras”) que luce desprolijo, deshilvanado, con ciertas incoherencias, decisiones y saltos narrativos desacertados que se complementan con bruscos cambios de clima en la trama y personajes que no tienen demasiada explicación ni son funcionales a la historia.
Oscar Martinez es Bernardo quien queda viudo y se niega persistentemente a convertir en cenizas a su mujer, por más que su hija (una vez más Malena Solda está muy bien en su papel) insiste en cumplir los últimos deseos de su madre. Bernardo cree saber a ciencia cierta lo que su mujer quería y recién luego de unos extraños sucesos tendrá que cambiar de parecer y finalmente accederá a la cremación y se dispondrá a arrojar las cenizas en la Costa del Sol española.
Allí deberá dejar de lado toda su rigidez y su vanidad de estricto profesor universitario –que queda claro desde la primera escena-, ya que el viaje le propone, casi sin quererlo, bucear en una faceta completamente desconocida de la vida de la que ha sido su mujer por tantos años.
Profundizar en las cosas que ella había atravesado en esas playas, año tras año cuando vacacionaba visitando a su hermana. Un dato tras otro, se van encadenando, para que comience a develarse el misterio del porqué de la elección de ese lugar en particular, enfrentando a Bernardo a una serie de noticias absolutamente inesperadas.
En los momentos en que “YO, MI MUJER Y MI MUJER MUERTA” intenta despegarse de la mera comedia “de enredos” para profundizar en lo difícil de atravesar un proceso de duelo –sobre todo cuando los datos de la realidad parecen apuntar a redefinir y reconstruir toda la historia de amor que tuvo con su mujer- es donde parece que Oscar Martinez se siente más cómodo.
Su terreno natural no parece ser la comedia y obviamente, con todas las herramientas que tiene como actor, logra salir indemne de este tipo de desafíos pero sólo para nombrar otro ejemplo reciente, lo mismo sucedía en la versión española de “TOC TOC” donde parecen ser roles en los que no se siente completamente cómodo y se evidencia un dejo de artificialidad.
En este viaje que emprende, intentando llegar a este lugar de veraneo, Bernardo se cruzará con un agente inmobiliario desesperado por salir de una quiebra en su negocio (Carlos Areces, el brillante azafato de “Los Amantes Pasajeros” de Almodóvar, colaborador permanente de Alex de la Iglesia como sus trabajos en “Balada Triste de trompeta” o “Las brujas de Zagarramurdi”, sólo por mencionar algunos de sus trabajos) que lo usará de excusa para hacer creer que un nuevo emprendimiento inmobiliario podría florecer y, de esta manera, sacarlo del colapso económico en el que se encuentra hundido.
Para seguir sumando subtramas con personajes secundarios sin ningún avance, aparece una enigmática mujer –de la que tampoco se dan demasiados datos y si no hubiese aparecido en el filme, creemos que nada hubiera cambiado demasiado-, a cargo de Ingrid Garcia Jonsson, una actriz en franco ascenso a quien pudimos ver en “Hermosa Juventud” de Jaime Rosales y con participaciones en “Gernika” “Toro” y “Embarazados”.
Aquí parece ser que por esos azares de la coproducción “obligaron” a incluirla en este papel absolutamente carente de sentido y que no aporta absolutamente nada a la trama.
Jonsson hace muy bien su trabajo –la podremos ver dentro de poco en un verdadero tour de force en “Ana de Día” y en “Taxi a Gilbraltar” lo que deja en claro que es una actriz atravesando un excelente momento en el cine-y su figura embellece la pantalla pero suma poco a la alicaída trama y no logra en ningún momento establecer la química necesaria con el Bernardo de Oscar Martinez.
Después de algunos giros y revelaciones que van sosteniendo la trama principal, el guion retoma en las escenas finales una situación accidental que tiene el personaje de Bernardo al inicio del filme, cerrando el relato con un tinte más tradicional, apartado del ritmo de comedia y es allí donde Martinez puede, de algún modo, redondear mejor la propuesta.
“YO, MI MUJER Y MI MUJER MUERTA” no puede levantar ni con un buen trío de actores, una historia que no logra cohesión y que queriendo jugar con el absurdo, confunde mucho más que lo que se permite en su intento.