Yo, mi mujer y mi mujer muerta

Crítica de Gastón Dufour - Cinergia

Un viaje difuso

Yo, mi mujer y mi mujer muerta es una comedia bastante decente que toma una idea compleja y convierte situaciones sombrías en momentos que podrían ser desagradables en unos que provocan cierta diversión, aún los más oscuros y complejos, pero necesarios para reforzar el conflicto y a partir de ello empujar al personaje de Oscar Martínez al viaje que deberá emprender para entender de primera mano una faceta de su esposa recién fallecida que desconocía.

La verdad es que al principio, juzgando el libro por la portada (en este caso por el trailer, para ser más específicos) creí que todos los chistes ya estaban ahí y no iba a valer la pena. Bueno, la película no te hace romper en carcajadas descomunales porque no es uno de sus únicos intereses. También la idea es mostrarnos algo sobre la vida. A veces no parece que podamos ver bien qué es, pero valorar a quienes tenemos a nuestro lado aún sabiendo que hay caminos personales a la vez que uno en común. Pero, desde ya, cada uno como espectador hace su comprensión de lo que los personajes nos muestran.

Volviendo a la descripción de lo visto, realmente pensé que iba a ser difícil de ver, pero Martínez maneja muy bien la comedia (recomendación extra: vean Toc toc), Malena Solda representa adecuadamente a la hija del abrumado viudo y los personajes secundarios hacen de excelente soporte a las vicisitudes de este hombre acartonado que descubre que la vida puede ser diferente. Lamentablemente, los abandonan sin explicar nada más de ellos. Si bien para el desarrollo de la trama y el camino hacia el desenlace no son necesarios ciento por ciento y la película puede terminar sin más noticias de ellos, introducirlos de a poco, generar empatía y luego descartarlos es un desperdicio; eran bastante ricos y se siente como una falla.

Por todo lo demás la película funciona y se puede ver sin salir del cine defraudados por no haber ido a ver un tanque. Mención aparte para los efectos visuales que acompañan algunos de los momentos emocionales más importantes, a pesar de rozar con ello ligeramente, pero sin chocar, cierto cliché.

Se deja ver y no te deja ciego. ¿Se puede pedir más? Yo diría que no.