Yo, mi mamá y yo

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Notable tour de force del francés Gallienne

Cuando llegaba la hora de comer, la mamá de Guillaume Gallienne y sus hermanos los llamaba diciendo "Los chicos y Guillaume, ¡a la mesa!". El tenía 12 años. Parece que no entraba en la categoría de chico. ¿Entraría en la de chica? Así lo criaron. Ya grande, se definió por el teatro. Logrado el buen manejo del oficio, armó con esa frase y los recuerdos familiares un unipersonal impresionante, donde contaba su vida representando, él solo, 52 personajes, desde los padres y tías hasta los muchachos que se le acercaron. También chicas. Es todo un tema, ése de la identidad sexual no resuelta, y los modelos de identificación, en una persona confundida por los condicionamientos sociales y familiares. Un tema que Gallienne sabe manejar con agudeza y simpatía.

La obra ganó el Moliere 2010 a mejor revelación. El llegó a miembro de la Academia Francesa, nada menos. El año pasado hizo la versión cinematográfica. Y se ganó cinco de los principales premios César 2013, es decir algo así como los Oscar del cine francés: mejor film, actor, opera prima, adaptación y montajista. Con semejantes galardones, no se entiende cómo, ahora, la película se estrene aquí de un día para otro, sin difusión previa, pero es lo que acaba de ocurrir. Suena tonto, por no decir otra cosa. El título también parece tonto, aunque responde al que le pusieron en EE.UU.: "Me, Myself and Mum".

Vayamos a la obra. Por supuesto, en la pantalla Gallienne no hace los 52 personajes, sino dos: él y su madre, y es gracioso ver cómo ambos comparten muchas veces el mismo plano. Los demás personajes están a cargo de otros tantos intérpretes, sorprendiendo la otoñal Francoise Fabian en rol de abuela maligna. Destacables también, la eficaz convivencia de teatro y cine, franqueza y engaño, humor y reflexión, ensoñación y realidad (lo mejor, una regocijante caracterización de la madrastra de Sissi emperatriz), y, particularmente, el desenlace. Aparece ahí una inesperada vuelta de tuerca, que disgustará a la gente adicta al discurso único, pero ha de gustar a los amables reaccionarios y los progres de mente abierta, que también existen. Para bochorno de algunos exquisitos, se oyen además dos versiones de "Pobre diablo" en francés: una a cargo de Julio Iglesias (la difundió como "Vous les femmes") y otra reventada por el rockero Arno. A elegir, o quedarse con las dos, como ante otras cosas de la vida.