Yo, mi mamá y yo

Crítica de Francisco Márquez - La Izquierda Diario

Gallienne, su mamá y él
“Yo, mi mamá y yo” es la opera prima como director de Guillaume Gallienne, quien posee una amplia trayectoria actoral tanto en cine como en teatro. Está película tiene su origen en una exitosa obra teatral, dirigida e interpretada por el mismo. Esa obra es la que abre y cierra el relato teniendo una doble funcionalidad, evidenciar el carácter auto biográfico de la historia y subrayar determinados momentos de la trama.

Este film busca indagar en el descubrimiento de la identidad sexual del protagonista. Hijo de la alta burguesía, debe lidiar con la homofobia de su padre y sus dos hermanos varones y con una madre muy posesiva que lo trata como a una chica, celosa de que se enamore de otra.

Gallienne se interpreta a sí mismo, en diferentes etapas de su vida, sin necesidad de recurrir a ninguna caracterización para rejuvenecerse, esta decisión es sumamente orgánica al relato y colabora a dotarlo de una apariencia de recuerdo. También interpreta a su madre, lo que construye la relación de enfermiza identificación que los unía. La clave de comedia en la cual se mantiene la película y el código de recuerdo que maneja, le da cierta libertad al actor para realizar una interpretación que excede el naturalismo sin llevarlo a la parodia.

Si bien el carácter autobiográfico del film le da al autor conocimiento de causa sobre lo que relata, no le garantiza poder construir una narración sobre esto. La película parece descansar sobre ciertas situaciones probablemente vividas por el protagonista, pero que en la estructura del relato no construyen dramatismo. La situación que vivencia Gallienne se plantea desde el comienzo y todo lo que ocurre posteriormente, no es más que la reafirmación del planteo inicial tornándose la película bastante monótona. Esta situación se exacerba porque el sonido y la imagen funcionan por repetición, el narrador en off (justificado por la obra teatral que abre el relato) nos cuenta y explica lo mismo que estamos viendo, por tanto la película no exige de nosotros más que una mirada pasiva, esto llega a su paroxismo hacia el final, cuando el autor explica en off el final de la película. Como contraparte, el momento más gracioso de la película es cuando el protagonista se entrevista con el psicólogo militar y se reprime las palabras, permitiéndonos al fin, utilizar nuestra propia cabeza para entender lo que le está ocurriendo al personaje.

Esto termina produciendo cierta exterioridad en las caracterizaciones ya que Gallienne nos presenta a los personajes del film filtrados por su opinión, y de esta manera los actores representan más ideas cerradas que sujetos atravesados por contradicciones y sentimientos, esto ocurre con el mismo Gallienne quien está construido de manera tan pasiva que debilita narrativamente su conflicto. Es interesante contrastar esta película con el film argentino “Yo nena, yo princesa” de bajísimo presupuesto y escasos recursos audiovisuales, que trabaja el descubrimiento de la identidad sexual y la relación madre-hija con gran profundidad y emotividad. A veces con muy poco se logra mucho más.