Yo, Frankestein

Crítica de Patricia Relats - El Espectador Avezado

“Frankestein o el moderno Prometeo” es una novela de la que siempre se habla pero erróneamente hemos instalado en la cultura popular como Frankestein el nombre del monstruo (y en cierta medida, lo podemos tratar como tal) cuando se trata del científico y la Criatura no posee nombre.
En parte no porque no tiene alma (derecho reservado solo a Dios, por algo está maldito), ni un verdadero derecho de existir. En este caso, el film está basado en la adaptación de la novela al cómic del mismo nombre.
Es por esto que la Criatura tiene un nombre, Adam, que ha sido otorgado por Leonore, la Reina de las Gárgolas. Las Gárgolas son una Orden de muchos años que protegen a la Humanidad de los demonios. Leonore es la líder espiritual de la Orden y durante 200 años ha mantenido cautivo a Adam ya que, no sólo se ha encariñado con él, sino que cree en la posibilidad de que éste desarrolle un alma. Con todo el dramatismo visual que esto promete, las Gárgolas están custodiando paredes y techos de las iglesias y, desde allí, tienen a raya al mal para cultivar el bien. Claro que estos chicos tienen mucho de resignarse a sí mismos, no pueden tener lazos amorosos y son todos altruistas. De libro, ¿No?
Por otro lado, los demonios tienen su propio plan de crear un ejército de Criaturas y para esto necesitan la materia prima, o sea, él. Una científica con menos consciencia ética y moral que nadie, los está ayudando en parte jugando con su ingenuidad.
La película es una entrega clarísima de un film de acción y que responde a los creadores (los mismos de Underworld) en cuanto a que son espacios oscuros, una presencia absoluta de la música, y un exceso de efectos. De todas maneras, la representación del cómic puede, perfectamente, ir mucho más allá en lo visual como hemos visto en otras de su género. Yo, Frankestein no lo hace.
Amén de unos giros argumentales poco creíbles y unos cuantos detalles muy cuestionables como la excelente genética de los cuerpos muertos revitalizados dados los músculos de Adam, Stuart Beattie, el director, pudo haber recaído más en las capacidades actorales de Aaron Eckhart (el mismo que encarnó a Havey Dent según Nolan) y del resto del equipo, pero al confiar demasiado en la parafernalia de los efectos y con una historia bastante simple, es nada más que un desfile de efectos.
Hay que remarcar la labor de Bill Nighy porque cada vez que aparece en pantalla la ilumina.
Yvonne Strahovski, a quien todos conocemos como Hannah en Dexter, interpreta a esta científica de nula moral que aparentemente es la más inteligente en ese momento (nunca voy a poder entender por qué las mentes brillantes son siempre tan atractivas físicamente) y a Miranda Otto, a quien todas las mujeres odiamos en Las Dos Torres porque implicaba separar a Aragorn de Arwen, como esta perfecta y casi siempre justa reina de Gárgolas.
Creo que con este material, el producto final pudo haber sido mejor con algunos toques y giros argumentales que apunten más a lo humano y no tanto a lo espectacular. Siento que hay mucho sobre la mesa, pero mal aprovechado. Aun así, el producto final no carece de ritmo y, con ese título, vende exactamente lo que promete: un buen rato a puro 3D.