Yo, Frankestein

Crítica de Amadeo Lukas - Revista Veintitrés

Yo reciclo

Con una clara impronta de la saga de Inframundo (mismos productores), Yo, Frankenstein no es tanto una vuelta de tuerca sobre el célebre personaje de terror sino más bien, el intento de una nueva serie de films para jóvenes y preadolescentes. Toma la fórmula y la estética de aquella saga y de Van Helsing, el intento de una nueva serie de films para jóvenes y preadolescentes de vieja data vueltos personajes de acción. Símiles a superhéroes, pero que no pelean por el bien común sino por el suyo propio, dentro de ámbitos urbanos darks en los que rara vez asoma algún humano.

Yo, Frankenstein no tiene nada que ver con aquellos inolvidables films de James Whale con Boris Karloff, aunque parece una continuación del de Robert De Niro (hay imágenes que recuerdan el final de aquella magnífica recreación de Kenneth Branagh). Pero es sólo un breve déjà vu, porque el buen actor Aaron Eckhart no es De Niro ni el director Stuart Beattie, especialista en la saga Piratas del Caribe, es Branagh. Con un “monstruo” fachero y en gran forma a pesar de sus siglos de existencia, la película transita por todos los estereotipos del subgénero, con un notorio abuso de efectos digitales, a lo que habría que sumar –o restar– la escasez de trama y su exceso de solemnidad. La escenografía logra una atrayente metrópolis gótica, con escenas de acción muy bien hechas y un 3D logrado, como para compensar.