Yarará

Crítica de Rosa Gronda - El Litoral

Huellas, caminos puentes y marcas

“Yarará” es el título de la película dirigida por Sebastián Sarquís que el pasado viernes 17 se estrenó en el cine América y es también el registro del proceso acerca de la nueva película que el cineasta ha venido a realizar en la centenaria localidad de San José del Rincón, sobre otro cuento del escritor Juan José Saer, “El camino de la costa”.

La obra se inicia con la llegada del director a Santa Fe, acompañado de algunos de sus colaboradores; mientras toman la ruta hacia Rincón, la voz en off de Sebastián va contando que se dedica al cine, determinado por el oficio de su padre, el pionero Nicolás Sarquís, quien junto a un grupo de intelectuales vinculados al Instituto de Cine de la Universidad Nacional del Litoral realizaron entre diciembre de 1966 y marzo de 1967, la película “Palo y Hueso”, piedra fundacional de un cine que desde el formato documental busca reflejar problemáticas latinoamericanas y fundamentalmente, locales.

Ya en San José del Rincón, aparecen referentes del pasado: los actores y lugares que se reencuentran casi medio siglo después. Héctor Da Rosa -que interpretó a Domingo en aquel film- y Juanita Martínez -que encarnó a Rosita- se revinculan tras una proyección de “Palo y Hueso” en el lugar. En un destacado montaje, se contraponen fotogramas de la película y los actores en la actualidad.

La nueva película

Entre la crónica y el relato evocativo, la propuesta nueva se hace ficción. Los escenarios de aquel clásico de los sesenta “Palo y Hueso” irán atravesando también los momentos que se plantean en el nuevo rodaje. Las reconocibles locaciones se replican de otra forma, se funden en la mirada de un personaje recién salido de la cárcel, rol que interpreta Juan Palomino, como Montenegro, quien vuelve al pueblo en busca de venganza.

La inconsistencia de lo real y la fluctuación de una mirada que percibe desde la incertidumbre, ejes de la poética narrativa en “Palo y Hueso”, son perceptibles también en las transposiciones fílmicas aludidas, donde emergen el espacio mítico del Litoral y sus personajes emblemáticos.

En sus mejores secuencias, “Yarará” explota el potencial metafórico del silencio y la presencia del río. Lejos de un planteo costumbrista, el film de Sebastián Sarquís transforma el ámbito natural en un territorio por momentos abstracto y realiza su aporte personal en la transposicion del cuento, desde el título y los móviles que explicita a partir de una carta del personaje de la madre al del hijo, que se devela en dos partes. Además cuando se expone el contenido de la maleta y aparece una fotografía, ambas ficciones quedan entrelazadas.

Intenciones y articulaciones

“Yarará” es un film híbrido y ensayístico, que se mixtura tanto con la ficción del padre como con la nueva y propia del hijo. La sola intención de poner en juego dos películas separadas en el tiempo y sin embargo tan cercanas en sus vínculos, el juego de cajas chinas entre cine, documental y ficción plantea un desafío enorme que también aspira al homenaje. Hay momentos muy logrados junto a otros que no reciben el mismo cuidado. La película se ve casi siempre demasiado artificial en su aspecto “documental” y poco inspirada en sus espacios ficcionales, como la secuencia de huellas sobre el barro de la costa que no superan la literalidad más obvia.

Existen algunas bellas imágenes del paisaje costero que trascienden la postal convencional, pero las ideas originales que estimularon el proyecto parecen bastante más interesantes que el resultado final. La presencia, ya sobre los títulos finales, de una reflexión sobre el oficio del cine, aportada por el ya desaparecido padre, más los créditos que explícitamente dedican la realización a la memoria de Nicolás Sarquís y Saer, confirman que “Yarará” es también un puente generacional de conocimiento e interés que acerca a los realizadores y espectadores que vinieron después.