Yarará

Crítica de Emilio A. Bellon - Rosario 12

Tiempo, memoria y oficio de cineasta

A partir de una travesía que se traslada hasta el norte de Santa Fe, el realizador Sebastián Sarquís parte de un cuento de Juan José Saer, "El camino de la costa", para acercarse hasta otro momento fundacional de los años sesenta.

Tras su presentación en Rosario el pasado jueves 4 de junio, y días sucesivos, luego de un intervalo de una semana a partir de esta noche (a las 20.30) en la sala del Cine El Cairo se vuelve a exhibir Yarará, el film del guionista y realizador Sebastián Sarquís, basado en un cuento de Juan José Saer, "El camino de la costa", publicado a mediados de los años sesenta. Tras los pasos de su padre, Nicolás Sarquís (1938 2003), es ahora su hijo quien sale al encuentro de aquel momento en el que se comenzaba a rodar en el norte de Santa Fe Palo y hueso, film que nos lleva al cuento homónimo de Saer, quien a su vez ofició de co guionista junto al realizador.

Ya todo un clásico de aquellos años sesenta, Palo y hueso reunió a todo un grupo de egresados de la Escuela de Cinematografía del Litoral, espacio caracterizado, particularmente desde fines de los años 50, por su trabajo sobre el formato documental ligado a problemáticas latinoamericanas, guiados por la hoy ya emblemática labor de Fernando Birri. Este espacio --que vio cerrar sus puertas posteriormente por razones de censura y clausura-- permitió que numerosos profesionales comenzaran a participar en significativas obras no sólo del cine argentino sino, además, de otros países.

Estrenada en agosto del 68, Palo y hueso, ópera prima de un joven Nicolás Sarquís, se caracteriza por una estructura dramática en torno a un conflicto familiar y amoroso, pautada por principios de austeridad y prolongados silencios. Filmada en San José del Rincón, localidad que ahora se vuelve a animar desde la mirada del hijo, Palo y hueso reunió a actores profesionales y lugareños que hoy volvemos a reconocer en Yarará, particularmente a Héctor Da Rosa y Juana Martínez.

En numerosas entrevistas, Sebastián Sarquís ha comentado a la prensa que este proyecto, desde el inicio, le permitió (atendiendo al film de su padre) plantearse un desafío sobre la mirada documental en la ficción; categorías que desde hace décadas han sido sometidas a numerosos interrogantes y que se viabilizan en este film. Ya desde el inicio, que a este cronista le recordó el de Lisboa story de Wim Wenders, se apuesta poner en juego estos conceptos estéticos.

La voz en off coloca al hijo en el camino de una próxima filmación. Y en este itinerario, símil de un road movie, la geografía del Litoral no es sólo un marco de ambientación sino, como en la narrativa de Saer, un espacio en el que potencialmente espera el despertar de los acontecimientos. Se irán cruzando, a partir de un notable trabajo de montaje a cargo de Rafael Menéndez, los hechos de este itinerario que descansa en la memoria familiar y los momentos del film que se plantean como ese nuevo rodaje. Nuevamente en la escena un conflicto familiar de deseos y rechazos, de una tensa espera de una venganza.

Lejos de un planteo costumbrista, el film de Sebastián Sarquís transforma el ámbito natural en un territorio por momentos abstracto, desnaturalizando al mismo de toda referencia naturalista, a partir de la dirección de fotografía de Pablo Blejer. No estamos ante un escenario de tarjeta postal sino frente al mismo tiempo de la memoria, que vuelve a reunir al padre con el hijo desde el mismo acto de creación, mediando la letra y la poética de Saer.

Esta nueva obra del joven Sebastián Sarquís, quien fue gestado en el momento de rodaje de Palo y hueso, permite ver cómo una trama argumental se interna por otras vías que interrogan al mismo oficio de hacer cine. Film de marca de cine independiente, cuyos responsables en el orden de la dirección de producción son Mauro Gómez y Estela Maris Fernández, Yarará lleva desde el título una serie de significaciones que van más allá de la literalidad. Invitamos al lector a detenerse frente al afiche, que asoma en las marquesinas laterales del cine El Cairo, y que invita a reconocer un diálogo, a imaginar un puente, a reunir dos momentos. Y la penumbra nos interpela subrayada por la presencia de una casi fosforescente luna de una estación estival. Ver el afiche antes y después del film, reconocer ahora las voces y los silencios. Y la presencia de ese río, con todo su potencial metafórico.

Siluetas y rostros, los escenarios de aquel Palo y hueso, ya todo un clásico, y las reconocibles locaciones de este en el que el fantasma y la soledad se funden en la mirada de un personaje recién salido de la cárcel, rol que interpreta Juan Palomino. Y en el cartel actoral encontramos a Omar Fanucci, Lucas Lagré, Rudy Chernicoff y Omar Tiberti.

Un tiempo y un espacio que se convocan desde los apuntes y las anécdotas, como el que tiene lugar ahora en la misma Biblioteca del pueblo. Allí, ambos momentos descubren la interioridad de una noche de lluvia que permanece fiel ante nuestra mirada.

Entre la crónica y el relato evocativo, esta nueva propuesta de Sebastián Sarquís reenvía sus planteos estéticos a su ópera prima, El mal del sauce, estrenada hace tres años. Pero, además, lo hace conduciendo nuestra mirada a aquel momento en el que ya sobre fines de los sesenta daban a conocer sus primeros films Juan Bautista Stagnaro, Raúl de la Torre, Ricardo Becher, Alberto Fischerman y Edgardo Cozarinsky, entre otros.