Yanka

Crítica de Marcos Guillén - Cuatro Bastardos

[REVIEW] Yanka y el espíritu del volcán.

“… Cien respuestas para que se abran cien nuevos vacíos, cien nuevas preguntas. Los relatos son el modo más humano del tiempo. Y solo narrando, de tarde en tarde, de boca en boca, nos hacemos eternos.”

― Liliana Bodoc – Relatos de los Confines: Oficio de búhos

Es mentado que toda fantasía que se precie sea sostenida por la dubitativa entrada de un héroe que no sabrá, por obvias razones de narración, cual es su finalidad en la historia. Roto, quieto, ausente, asustado y reacio a creer, lo son, lo deben ser, porque parte de la aventura es descubrir de lo que es capaz. Empujada o por entrometida la criatura recorrerá el sendero cambiando al mundo a través de sus propios cambios.
Yanka, es eso, el ser que desencadena la aventura, en su vida, al inmiscuirse en una mayor. Es la niña elegida, quien sabe porqué hado, para desandar el camino del héroe, el guerrero, la vindicación de un mito que se manifiesta para ser reconocido. Historias de estas pueblan las páginas de la literatura y ni que hablar de la cinematografía. Lo interesante, de la visión moderna de estos relatos fantásticos tiene que ver con el hecho de que los personajes son los mundanos seres que somos hoy, sin mística ni chispa mágica. Yanka es una niña/adolescente que perdió a su madre y se encierra en su habitación aislándose de un mundo que continuó girando sin el consentimiento del abandono y orfandad que la rige. Observa como todos intentan reconstruir con los dejado atrás por aquella que no está, la madre ausente. Un padre que vuelve a casarse, y como ley de todo cuento, una futura madrastra con poca empatía con los tristes pensamientos de la niña.
Esta es la historia de como ella, la joven, cruza el umbral, se atreve y trasciende el dolor del desamparo para protagonizar la historia de todos. Y lo hará a través de la rica mitología mapuche. Un día la madre se fue, sin dejar nada que explicara su huida, excepto un collar de piedras que Yanka lleva como vestigio de una vida que fue, ignorando que es la llave de lo que vendrá. La pista, el guía, la sabia y el secuaz del oscuro antagonista. El sur, los bosques y las montañas. Copahue, Caviahue y el volcán que achaparrado, frente a las altas cordilleras, ruge desolación. La aventura es a través de las historias, como decíamos, de la tradición mapuche, como también en el espíritu de la niña y su maduración.
Fernando Regueira, Julieta Ledesma e Ivan Abello (quien también dirige) reconstruyen las tradicionales leyendas de los pueblos originarios del sur en una historia clásica, en la que el espectador tendrá como guía a una excepcional Maite Lanata interpretando a Yanka para desandar el camino de las olvidadas historias. Que a su vez tienen como escenario una realidad vivida en la provincia de Neuquén cuando el volcán hizo erupción en los últimos seis años.
Una extraordinaria historia, decimos no sin cierto prurito a la hora de fijarnos en el relato que por momentos puede antojarse algo infantil en la forma que fue encarado, y entiéndase que somos conscientes de que es un film dedicado a la familia, a los niños. Es solo que a medida que los personajes fantásticos son presentados, éstos no dejan de declamar sus líneas como si de una vieja puesta teatral infantil se tratara, de esas en que una clara dicción era más importante que el peso dramático. Irónicamente, comenzamos por ello, porque el resto del film ha sabido, en los apartados técnicos en general, crear un magnifico contexto. El diseño de vestuario, el departamento de arte, los efectos especiales, la banda de sonido, todos se conjugan en un equilibrado trabajo de sustento para el film. Al igual que la actriz protagonista, la ya mencionada Maite Lanata. Hay momentos realmente logrados en atmósfera y composición, que lamentablemente se perderán en esas líneas enunciadas con altisonancia. Y algún que otro bache en el ritmo narrativo que esto mismo genera.
De todas maneras, la aventura es sin dudas una atrevida y agradable travesía fantástica, que tanto se debe la filmografía nacional, que rescata la rica y compleja tradición de los pueblos originarios para narrarlos desde un presente complejo y deprimente. Ellos cantan, todos, a la liberación, a la aceptación del destino cualquiera fuere. No habla de recuperar, cuenta sobre trascender. Tamaña búsqueda merece ser tenida en cuenta, tan graciosa, refiriéndonos a lo agradable y atractivo, en sus maneras.