¿Y si vivimos todos juntos?

Crítica de Vicky Vázquez - Cine & Medios

A la vejez, amigos

El promedio de expectativa de vida del ciudadano europeo ha ido subiendo, y cada vez hay mayor cantidad de población de la tercera edad en los países de ese continente. Algunos directores, como reflejo que el cine suele ser de sus tiempos, han decidido tomar ese fenómeno como punta para sus historias.
En el caso de “¿Y si vivimos todos juntos?”, el guionista y director Stéphane Robelin opta por una tónica optimista aunque realista, aceptando que el tiempo pasa y los cuerpos y las mentes se resienten, pero reclamando como bastión que estos seres son adultos, no niños dependientes, y todavía tienen autonomía para decidir al menos cómo quieren pasar sus últimos años.
Jeanne (Jane Fonda), su marido Albert (Pierre Richard), otro matrimonio conformado por Annie (una sorprendentemente vivaz Geraldine Chaplin) y Jean (Guy Bedos), junto con Claude (Claude Rich), que es viudo, rondan los setenta y cinco años de edad, y son amigos desde hace más de cuarenta. Se reúnen habitualmente, y comparten una vida social activa. Pero cuando el hijo de Claude evalúa internar a su padre en un geriátrico, el espíritu de la militancia de los años sesenta revive y el grupo se plantea la vida en comunidad. Cuidarse, compartir también esos años, viviendo todos juntos.
Con mucho humor se habla abiertamente de diferentes aspectos que hacen a la cotidianeidad de las personas de la tercera edad, como la relación con los hijos, con el resto de la sociedad, los ideales aún vivos, e incluso la sexualidad, con la naturalidad que pueden hablar los más jóvenes. Desde la comedia se exploran las relaciones con los amigos y la pareja, la llegada de las enfermedades, las decisiones sobre la propia vida. El observador dentro del filme será el personaje de Daniel Brühl, Dirk, un alemán estudiante de etnología contratado en principio para pasear al perro de Albert.
Es una película que divierte, no cae en golpes bajos, incluso cuando no evita hablar de la muerte. Por sobre todo es muy rica en cuanto a las actuaciones, y al manejo de los ritmos; resulta un interesante testimonio de que hay mucho por hacer, y con más sabiduría, aún después de los setenta años.