¿Y dónde está el fantasma?

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

Actividad subnormal

Hay películas inexplicables, desde su gestación hasta la maquinaria que posibilita su arribo a las salas. ¿Y dónde está el fantasma? es la tercera película con ilusión de documental que se estrena en lo que va del año (a este ritmo, cabría esperar una por mes). Se trata de una parodia de Actividad paranormal: Malcolm y Kisha estrenan casa nueva; Malcolm compra una cámara y la oculta en el dormitorio para grabar videos porno con Kisha. Obviamente, la cámara también registra otro tipo de actividad y Kisha contrata a un síquico para limpiar la casa de fantasmas. A partir de entonces se pierden las últimas esperanzas de ver una parodia decente; la cinta muestra un humor vulgar, varias veces inferior al de películas argentinas de los ochenta y noventa o programas televisivos como Rompeportones. Lo único cómico (más bien, tragicómico) es que una película tan reaccionaria pretenda verse políticamente incorrecta, con una convicción que alcanza a los actores. Malcolm es un afroamericano ingenuo y obsesionado con el sexo; su mujer, una supersticiosa. El síquico, un gay más bizarro que el personaje compuesto por Hugo Arana, allá lejos en el tiempo. Prohibida para menores de 40 años, con reservas.