Y ahora adónde vamos?

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

La ciudad de las mujeres

El mayor problema que podría presentar este filme reside en la secuencia inicial. Se trata del segundo que se estrena en nuestro país de la directora nacida en el Líbano y educada en Francia.

Esas primeras imágenes de impactante belleza visual, y melancólica banda sonora, lograrían, si alguien quisiera, y me adhiero, hasta ser elegidas para que permanezcan en la historia del cine, y al mismo tiempo podrían definirse desde lo estético–narrativo como un gran translación al cine de la obra poética de la argentina Alejandra Pizarnik (1936-1972), conocida como la poetiza de la muerte.

Así de impactantes, así de bellas son.

Entonces, ¿cuál sería el problema? Ante ese inicio el espectador, que ya quedo atrapado, espera más, o hasta se produce la sensación de no desear que se termine, que continúe con lo que esta mostrando. Pero no. La realizadora tiene una fabula para narrar y la encuadra en la estética de un cine convencional de estructura clásica.

Esta claro que es casi del orden de lo imposible, salvo raras excepciones, sostener durante toda la narración ese nivel de excelencia. Muchas veces el empecinamiento por realizarlo obnubila la visión del director quien termina por olvidarse del público y que su obra esta dirigida a ellos.

Nadine Labaki fue reconocida por “Caramel” (2007), ganador de varios premios. Ahora apuesta un texto mucho más profundo, más comprometido, si bien no deja de tener una mezcla de géneros, donde la comedia se hace presente, es de tono costumbrista. También en ese entrecruzamiento tienen preponderancia elementos tan disímiles de aquellos que pertenecen al musical de otros más cercanos a la tragedia, casi griega se podría agregar, aunque alguien pueda hacer referencia a ciertas operas como ejemplo de musical trágico.

En este filme varias escenas musicales se encuadran dentro de la fantasía de los personajes, mientras que la tragedia se universaliza en cada fotograma en función de hacer avanzar al relato en forma lineal.

La historia se presenta como atemporal y sin definir un espacio geográfico determinado, es identificable como de una zona rural de medio oriente, y se centra en un grupo de mujeres de diferentes cultos al que las une el deseo de proteger a sus familias y a su pueblo no sólo de las amenazas externas, sino del fanatismo demasiado arraigado en su propia cultura.

Expresando una gran perspicacia y unidas por una amistad construida por la identificación sobre el dolor, se muestran como un grupo inquebrantable estas mujeres sólo tienen un objetivo: distraer la atención de los hombres del pueblo enfrentados en una guerra sin sentido por sus creencias religiosas, para que olviden sus diferencias y amalgamen sus coincidencias.

Lo que podría haber sido una obra feminista, gracias a la sutileza instalada por la directora, también actriz, se transforma en un alegato contra la violencia.

Todo esto sustentado en una dirección de fotografía que hace jugar a los escenarios elegidos como un personaje importante, al mismo tiempo que la música le da los tonos y los climas necesarios para terminar de constituirse como un filme a tener en cuenta.

(*) Obra que Federico Fellini realizó en 1979.