Y ahora adónde vamos?

Crítica de Agustín Neifert - La Nueva Provincia

Tragedia y humor de una misma realidad

La actriz, guionista y directora libanesa Nadine Lakabi se dio a conocer, en su país y en el mundo, con la película Caramel , donde retrató el microcosmos femenino a través de pequeños episodios que ocurrían en una peluquería de mujeres de Beirut.
Luego se llamó a silencio para ser madre y cuatro años después retomó la profesión con esta nueva muestra de su creatividad, en la que combina géneros fílmicos y conjuga el drama con la tragedia y el humor, haciendo que estas variables formen parte de una misma realidad.
La historia se desarrolla en un pueblo aislado, rodeado de montañas y sitiado por francotiradores que mantienen viva la confrontación entre cristianos y musulmanes.
Sin embargo, en ese pueblo reina la convivencia, fundamentalmente por la intervención de los máximos responsables de ambas religiones y la acción pacificadora de las mujeres. Porque para la directora, "las mujeres son las madres de la paz y los hombres, los hijos de la guerra".
Las mujeres sabotean la radio del pueblo y destruyen la emisora de televisión para evitar que las noticias sobre enfrentamientos entre musulmanes y cristianos puedan ofuscar a los toscos, algo primitivos y machistas hombres del pueblo.
Inclusive recurren a otros ardides, a veces un poco infantiles, para mantener a los hombres ocupados y así alejarlos de un eventual campo de batalla.
Ese panorama de relativa paz se altera cuando el viento quiebra la cruz de la iglesia y algunas cabras aparecen misteriosamente dentro de la mezquita. Y en este caso, las mujeres deben extremar sus acciones para evitar, como dice el refrán, que la sangre llegue al río.
La directora comentó que la historia está inspirada en personas de su propia familia. El relato comienza con un grupo de mujeres, cristianas y musulmanas, todas vestidas de negro, avanzan a través de un campo desértico para dirigirse a sus respectivos cementerios. Una foránea del pueblo comenta que están divididos hasta en la muerte.
Los personajes de esta fábula fueron asumidos por habitantes de tres pueblos y los únicos actores profesionales son los que componen al imán y al sacerdote maronita, mientras que la directora compone a la activa Amal, la dueña del bar y la más bella del pueblo.
La película incluye temas y coreografías musicales creadas por Khaled Mouzanar, marido de la directora. La canción Hashishit albe es toda una celebración de la vida, a pesar de las dificultades que deben afrontar los habitantes del pueblo.
La directora plantea desde el título un interrogante que sería habitual en su país y aún espera una respuesta. Y pretende que su filme adquiera la dimensión de alegato contra las violencias cotidianas y las guerras. Un propósito de absoluta actualidad.