X-Men: Días del futuro pasado

Crítica de Tomás Maito - A Sala Llena

Mutar a un mejor cine.

La compleja historia de los X-Men es una de las más interesantes del universo Marvel y del comic en sí, aunque nunca había sido llevada al cine con el carisma y la complejidad que ésta necesitaba, hasta ahora. Bryan Singer ya había dirigido X-Men y X-Men 2 que, aunque eran películas bien logradas, no llegaban a alcanzar ese nivel de profundidad que caracterizaba al relato original, y menos aún las siguientes La Batalla Final, de Brett Ratner, y Primera Clase, de Matthew Vaughn.

Pero todos esos matices que -en parte - faltaban en las anteriores empiezan a reflejarse en X-Men: Días del Futuro Pasado, en un más que destacado retorno de Singer, no sólo a la saga sino al cine en general, ya que el director de la genial Los Sospechosos de Siempre venía de realizar la vergonzosa Jack, el Caza Gigantes.

A diferencia de las anteriores, esta nueva obra logra plasmar en la pantalla -como no lo había hecho ninguna de las anteriores- un relato atrapante sobre los X-Men. Quizás con el aliciente de haber tomado una de las historias más ricas que es la de la aparición de los Centinelas, Singer maneja una narración impecable a través de un gran uso del montaje para mantener las acciones entre un presente apocalíptico y un pasado que se intenta revertir para que el futuro sea diferente.