X-Men: Días del futuro pasado

Crítica de Gaspar Zimerman - Clarín

Héroes que viajan en el tiempo

En la nueva entrega de la saga, Wolverine y compañía deben volver a los años setenta.

Los X-Men no fallan. Dejando entre paréntesis las dos películas de Wolverine en solitario, el resto de las aventuras de los mutantes compite con la trilogía Batman de Christopher Nolan por un hipotético título de Mejor Saga Fílmica de Superhéroes. Y Días del futuro pasado, la quinta de la serie, mantiene intacto el prestigio del Profesor Xavier y sus discípulos.

El plan inicial era que Matthew Vaughn, director de X-Men: Primera generación, volviera a estar al frente. Pero Vaughn eligió otro proyecto, y entonces Bryan Singer, el padre cinematográfico de las criaturas, director de las dos primeras entregas de la saga, adoptó otra vez a sus queridos mutantes. Y si su presencia ya era garantía de calidad, el elenco a sus órdenes reforzaba las expectativas: Ian McKellen, Patrick Stewart, Michael Fassbender, James McAvoy... más Peter Dinklage, el enano de Game of Thrones, como villano.

Es cierto que, para poder reunir a los mutantes originales con su versión más joven (los de aquella Primera generación) el guión da una cabriola un poco forzada, inspirada -según admitió Simon Kinberg, uno de los guionistas- en Terminator y otras películas de viajes en el tiempo, como La máquina del tiempo, Volver al futuro o Looper: asesinos del futuro. Aquí el viajero es Wolverine, enviado a la década del ‘70 para evitar un hecho que fue el desencadenante del dominio del mundo por esos exterminadores de mutantes llamados Centinelas. Así, todo transcurre en dos dimensiones temporales: los ‘70 y ese futuro postapocalíptico.

El tema del viaje temporal da lugar a que la película plantee, de refilón, cuestiones filosóficas como el libre albedrío o el destino. Y, también, a que el espectador se plantee preguntas propias de la ciencia ficción, como ¿sería posible modificar un detalle puntual del pasado sin que todo lo demás también se alterara? (Singer declaró que se rigió por la Teoría de Cuerdas: a googlear se ha dicho).

Tampoco exageremos: esta no deja de ser una película de acción. Con enormes méritos, como personajes sólidos y escenas de violencia justificadas y bien realizadas. Y con unos cuantos guiños para los fanáticos. El último llega durante los créditos: hay que quedarse -una vez más- hasta el final para ver un anticipo de X-Men: Apocalypse, anunciada para 2016. Así que, por suerte, hay X-Men para rato.