X-Men: Días del futuro pasado

Crítica de Felipe Quiroga - CiNerd

TIEMPO DE MUTAR

Hay que tener cuidado con las decisiones que tomamos. Las consecuencias de los caminos que elegimos se expanden en el tiempo, moldeando nuestro futuro de maneras inesperadas. Sucede en la vida, sucede en las películas. Y también sucede en las decisiones de producción y marketing detrás de las películas: el estudio Fox había empezado a corregir los errores cometidos con la franquicia X-Men (y me refiero a X-MEN ORIGINS: WOLVERINE y, en menor medida, X-MEN: THE LAST STAND) con el estreno de la intensa e inteligente X-MEN: PRIMERA GENERACIÓN (X-MEN: FIRST CLASS, 2011). Ahora, con X-MEN: DÍAS DEL FUTURO PASADO (X-MEN: DAYS OF FUTURE PAST, 2014), la saga de los mutantes apunta a entregar su propio film-evento, es decir, una película a la que se vende como un suceso importante y épico del que nadie puede quedarse afuera. Con esa idea en mente, Fox trajo de vuelta al director Bryan Singer (responsable de X-MEN y X-MEN 2), y reunió a los actores de PRIMERA GENERACIÓN (Jennifer Lawrence, James McAvoy, Michael Fassbender) con el elenco de la trilogía original (Hugh Jackman, Patrick Stewart, Ian McKellen, Halle Berry, entre otros), sumando además a otros actores para interpretar a personajes prescindibles (aunque hay una fugaz excepción). El resultado es un film entretenido que muta del humor a la oscuridad con la facilidad de la azulada piel de Mystique. Hay, además, un destacable trabajo de efectos especiales y secuencias de acción impactantes y muy bien resueltas. Por otra parte, los sucesos del film marcan un importante quiebre en la historia de la franquicia y funcionan a modo de guiño a los fans. Lamentablemente, X-MEN: DÍAS DEL FUTURO PASADO presenta trilladas reflexiones sobre el destino y algunos tropiezos del guión que impiden que se convierta en la mejor y más grandiosa entrega de la franquicia, tal como era el plan de Fox y Singer.

Empecemos por el futuro: en un oscuro mundo post-apocalíptico, los X-Men luchan contra unos robots que fueron creados para cazarlos: los Centinelas. Gracias a los nuevos poderes de Kitty Pryde (Ellen Page), poderes cuyo origen el guión nunca se molesta en explicar, los mutantes aprovechan la ventaja de los viajes temporales de la consciencia para sobrevivir. Pero saben que no durarán mucho. Entonces, Magneto (McKellen) y el profesor Xavier (Stewart) idean un plan. Sí, Xavier, el profe paralítico, quien había muerto en X-MEN: THE LAST STAND pero trasladó su mente a un nuevo cuerpo tal como se vio en la escena post-créditos de aquel film, aunque eso nunca vuelve a ser mencionado en X-MEN: DÍAS DEL FUTURO PASADO, generando algo de confusión. Ah, cierto, el plan: enviar la consciencia de Wolverine (Hugh Jackman) a su yo del pasado para reunir al grupo y evitar que Mystique (Lawrence) mate al científico Bolivar Trask (Peter Dinklage) y genere toda una cadena de eventos que culminará en ese terrible futuro.
Al regresar a los años 70', Wolverine también busca la ayuda de Quicksilver (Evan Peters), un veloz mutante que protagoniza una cinematográfica y muy humorística secuencia. El aspecto del personaje, tan criticado por los fans cuando se revelaron las primeras imágenes, no es de lo mejor, pero la interpretación es buena y la forma en que se muestran sus poderes con el uso de la cámara lenta hacen que su incorporación a la franquicia valga la pena, por más breve que sea. Una pena que no haya sido mejor aprovechado. De hecho, resulta algo ilógico que Wolverine y los demás no soliciten su colaboración para impedir el asesinato de Trask. Así de forzadas resultan otras decisiones del guionista Simon Kinberg, como la de incluir personajes de la franquicia en su juventud de manera no demasiado justificada (como Stryker o Sapo), o el abrupto cambio de Magneto (Fassbender) en relación con Mystique (Lawrence), que no está lo suficientemente desarrollado, y sin olvidar lo poco que le dan para hacer a un groso como Dinklage.
Además de las escenas con Quicksilver o aquellas protagonizadas por la salvaje y sexy mutante azul, el otro gran momento de la película es su clímax, cuando de forma muy inteligente se combinan las batallas del pasado y del futuro, en un idea y vuelta dramático y de mucha intensidad. Sin embargo, más allá del explosivo espectáculo (que no suma nada original al género comiquero), el combate final en los 70' se siente contenido y no tan épico, como si en realidad no hubiera sucedido demasiado. También resulta interesante analizar la participación del antagonista: [¡CUIDADO, SPOILER! SELECCIONÁ EL TEXTO PARA LEER] Trask no es el villano y ni siquiera lo son los Centinelas. La franquicia se repite al poner a Magneto en el rol del enemigo a vencer, aunque más no sea para ese último enfrenamiento. [FIN DE SPOILER] Claramente, la película busca que la verdadera lucha suceda en el interior de los personajes (como es el caso de Xavier, Magneto y Mystique, y las decisiones que deben tomar). Aquí, lo que los mutantes combaten es el futuro: pelean por el derecho de elegir su destino.