X-Men: Dark Phoenix

Crítica de Yaki Nozdrin - Visión del cine

La saga de los mutantes regresa al cine con X-Men: Dark Phoenix. Esta nueva entrega, dirigida por Simon Kinberg, promete dar inicio a una nueva trilogía.
X-Men se caracterizó, en su inicio, por ser una saga de superhéroes que, lejos de mostrar a “hombres superpoderosos” tratando de salvar al mundo de invasiones alienígenas, retrataba a un grupo de personas tratando de salvarse de sí mismos y de una sociedad que no los aceptaba por ser diferentes. Si bien X-Men: Dark Phoenix plantea este dilema, finalmente se termina subiendo al barco de héroes de turno luchando por evitar que el planeta Tierra sea destruido/invadido.

La película comienza con los mutantes viajando al espacio en una misión de rescate. Cuando parecía estar todo solucionado para regresar a la Tierra, una extraña fuerza cósmica impacta de lleno contra Jean Grey (Sophie Turner). Contra todo pronóstico, la joven sobrevive a aquel incidente pero con una consecuencia en particular: su poder se incrementa a niveles nunca antes vistos.

La personalidad de esta mutante también cambia por completo. Por algún motivo, la joven comienza a recordar hechos borrados de su memoria. Enceguecida por saber la verdad sobre su pasado y lo que ocurrió con sus padres, Jean hará lo que sea posible, incluso lastimar a quienes ama, con tal de comprender quién es realmente. Finalmente, Fénix pasa a convertirse en una especie de villana en esta entrega.

Pero además de eso, el equipo liderado por Charles Xavier (James McAvoy) también deberá hacerle frente a una suerte de invasión alienígena. Aquella extraña fuerza cósmica que impactó contra Jean en un comienzo, estaba siendo seguida por un grupo de extraterrestres. Es así que, además de enfrentarse a la “todopoderosa” Fénix, también deberán ocuparse de que estos extraños bichos no consigan el poder que porta la pelirroja y así invadir el planeta Tierra.

La historia trastabilla cuando pone su foco en los otros villanos. Durante gran parte de la trama se le da poco espacio a su desarrollo. Recién hacia el final se los quiere mostrar como una verdadera amenaza, pero no se logra conseguir el efecto deseado. En ningún momento representan un verdadero peligro para los mutantes (o para el mundo en general); sobre todo si lo comparamos con el poder de Jean, quien sí logra representar un riesgo para la humanidad.

Pese a que esta entrega representa el comienzo de una nueva trilogía de X-Men (al menos así lo vendieron sus productores), para aquellos que no estén familiarizados con el mundo de los mutantes (sobre todo las últimas entregas) se les hará tarea difícil seguir el hilo. Ocurre que Dark Phoenix es la continuidad de Apocalipsis (película final de la segunda trilogía), por lo que, finalmente, quien no haya visto lo anterior se sentirá perdido casi la mitad del tiempo. Los personajes secundarios no tienen desarrollo alguno. De hecho, tampoco brindan un gran aporte a lo largo de la trama.
Poco quedó de aquellas entregas donde X-Men se alejaba del típico héroe y se enfocaba en la parte más humana de estos, dejando de por medio un mensaje social. Dark Phoenix finalmente termina asemejándose a las típicas películas de superhéroes que vemos invadir las salas en los últimos tiempos.