X-Men: Dark Phoenix

Crítica de Martín Goniondzki - Cinéfilo Serial

Casi 20 años pasaron del estreno de la primera entrega de “X-Men” y llega la conclusión de todo el universo creado por Fox para dar paso a una nueva era de los mutantes bajo la tutela de Disney Studios. Algo de eso se siente en “Dark Phoenix”, ya que, si bien no llega a ser un desastre como “X-Men Origins: Wolverine” o “The Wolverine” (dos de los spin-off/precuelas de la saga principal), no está a la altura de la primera película y de su secuela ni de las dos primeras de la nueva generación, “X-Men: First Class” y “Days of Future Past”. Es como si Fox se hubiera apresurado para darle un cierre al universo concebido a lo largo de todos estos años antes de pasarle la antorcha al estudio del ratón.

Para aquellos desprevenidos que no sean habituales consumidores de esta saga comiquera se encontrarán con varias similitudes a lo que fue la vapuleada “X-Men: The Last Stand” (2006), donde intentó contarse uno de los arcos de estos personajes más celebrados por los consumidores de comics que es la historia de “Dark Phoenix”. Un relato que mostraba a uno de los personajes más populares de los mutantes poniéndose de la vereda de enfrente y desafiando a sus colegas X-Men. Ella es Jean Grey, que se convierte en una poderosa enemiga luego de ciertos hechos fatídicos. Durante una misión de rescate en el espacio, Jean casi muere al ser alcanzada por una misteriosa fuerza cósmica. Cuando regresa a casa, esa radiación la ha hecho más poderosa, pero mucho más inestable. Mientras lucha con la entidad que habita en su interior, Jean desata sus poderes de formas que no puede controlar ni comprender. Jean cae en una espiral fuera de control haciendo daño a aquellos que más ama y empieza a destruir los lazos que mantienen unidos a los X-Men.

Aquí nuevamente se relatan dichos hechos pero manteniendo el origen de la causa de los problemas de Jean, cosa que no sucedía en “The Last Stand”. Obviamente, Simon Kinberg, guionista de películas como “Mr. & Mrs. Smith” y varias de las películas de la saga mutante, hace su debut como director tratando de revertir aquel amargo sabor de boca que dejó “X-Men: Apocalypse” y la predecesora antes mencionada que buscó adaptar la historia de Fénix. Lo que consigue es un film menor dentro del mundo concebido por Fox pero que pasa por algunos momentos interesantes y entretenidos que nos recuerdan lo disfrutable que supo ser la franquicia en sus inicios. El problema, más allá de un guion algo convencional y chato, es esa sensación de apuro que se ve reflejada en cuestiones como unos villanos flojos y unidimensionales que no son introducidos correctamente. Estamos hablando de unos seres extraños liderados por Vuk (Jessica Chastain) que buscan hacerse con el poder de Fenix para poder destruir la humanidad y quedarse con el planeta Tierra como propio al carecer de un mundo suyo ante la destrucción del mismo a manos de esa poderosa fuerza cósmica. Por otro lado, varios personajes interesantes que fueron explotados con sapiencia en capítulos anteriores aquí son relegados a simples apariciones o interacciones menores (el Quicksilver de Evan Peters por ejemplo que fue una pieza clave en “Days of Future Past”). No obstante, el casting sigue siendo impecable y el elenco entero parece haber sido elegido cuidadosamente ya que James McAvoy, Michael Fassbender, Jennifer Lawrence, Nicholas Hoult, Sophie Turner, Tye Sheridan, Alexandra Shipp y Kodi Smit-McPhee se lucen componiendo a estos icónicos héroes.

Asimismo, cabe decir que las escenas de acción y las coreografías de trabajo en equipo de los mutantes son impecables y funcionan muy bien, no así el CGI que por momentos es impactante y por momentos resulta ser desastroso, algo realmente inexplicable ya que en ciertos pasajes es sumamente sorprendente pero en otros las texturas, las partículas, los rayos o los fluidos muestran cierta falencia donde se nota el artificio.

“Dark Phoenix” se presenta como un film con varias falencias, con un aire de familiaridad por la historia y con oponentes genéricos pero no deja de ser un cóctel pochoclero disfrutable para los fans de la saga con buenas secuencias de acción (aunque quizás un poco escasas), con un ligero repunte respecto a la película anterior y con una poderosa banda sonora compuesta por el siempre genial Hans Zimmer (“The Dark Night”, “Inception”, “Gladiator”). Un viaje entretenido que merecía una conclusión un poco más épica.