X-Men: Dark Phoenix

Crítica de Diego Serlin - Todo lo ve

X-Men: Dark Phoenix es la cuarta entrega y ultima de la nueva saga de películas de X-Men compuestas por X-Men: Primera Generación -2011-, X-Men: Días del Futuro Pasado-2014- y X-Men: Apocalipsis-2016- que sirvieron de precuela a la trilogía original de película que hubo de 2000 a 2006 que descubrieron a Hugh Jackman y conquistaron al público.Pero también es sin duda la última de 20th Century Fox antes de transformarse en una división de Disney. 

La historia continúa un tiempo después de los acontecimientos vistos en X-Men Apocalipsis y se centra en uno de sus miembros, Jean Grey, que tras una misión al espacio absorbe una especie de poderosa energía cósmica -Fuerza Fénix- la cual dota a Jean de un inmenso poder que la llevara a retomar su propia lucha interna, a la vez que una raza alienígena intentara arrebatárselo.Los mutantes de Marvel deberán enfrentar así primero a uno de los suyos y luego al enemigo externo. 

X-Men: Dark Phoenix, dirigida por Simon Kinberg -que había sido hasta ahora productor de la franquicia-, sigue la estética, el tono y el camino marcado por las anteriores pero para ser la película final pareciera faltarle inspiración.

Sin efectos especiales llamativos ni escenas de acción memorables, y con una villana externa demasiado simple e insulsa que cuenta con muy poco tiempo en pantalla sin despertar nada en el espectador -Ni siquiera la salva la inclusión de Jessica Chastain, una actriz polifacética casi desperdiciada-, el protagonismo lo absorbe Sophie Turner -que dio vida a Sansa Stark en Juego de Tronos- que cumple pero no deslumbra.

Una historia donde sus personajes parecen de relleno y son simplemente funcionales a la trama. Alexandra Shipp o Tye Sheridan, interesantes herederos de papeles tan icónicos como los de Tormenta o Cíclope, pasan sin pena ni gloria y se les suma un desdibujado Michael Fassbender, casi en piloto automático, y una Jennifer Lawrence casi imperceptible que no hace mas que traer a la memoria aquella imponente incursión cinematográfica de la Rebecca Romijn-Stamos. El poco tiempo en pantalla de Quicksilver echa a un lado también los momentos de humor y vuelve a la película más seria pero sin profundizar demasiado en sus dramas.

X-Men: Dark Phoenix no tiene ningún aspecto especialmente memorable ni nada que la sentencie como episodio final. Más bien pareciera un trámite de los estudios, pero que no pierde el ritmo ni la acción en dosis hollywoodenses para no aburrir a sus fanáticos.