Woody Allen - El documental

Crítica de Santiago Balestra - Alta Peli

Un denso pero profundamente detallado raconto de la vida y obra del genial neoyorquino.

Woody Allen es un gran exponente de lo que muchos consideran humor inteligente. Dado a que mucha gente elige, peyorativamente y sin sustento, usar el término “inteligente” para decir “sin malas palabras” yo elijo llamarlo un gran exponente del humor, y punto.

Todos sabemos de sus neurosis, sus miedos y sus inseguridades, las cuales transmite a sus personajes, aunque jure y perjure en contadas ocasiones que no hay nada de autobiográfico. Pero aun cuando el espectador ­­––sobre todo aquel que es admirador acérrimo de Allen–– puede leer entre líneas, hay cosas que quiere saber sobre el proceso creativo de un cineasta que se las ha ingeniado para producir una película al año durante más de cuatro décadas. Una pregunta que siempre le hicieron, y siempre dio o quiso dar una explicación simple. Pero nosotros sabemos que queremos la explicación compleja.

La mitad buena

La carne del documental es la que nos da acceso a un Woody Allen que nunca vimos antes. Un aspecto interesantísimo que es abarcado antes de meternos de lleno en el racconto de su vida profesional, es aquel donde lo vemos trabajar; es decir escribiendo.

Vemos a Allen garabatear en sendos blocks amarillos, cuyas hojas guarda en un cajón. Cuando vemos esas hojas en detalle, se puede notar que no es un formato de guion escrito a mano, sino notas, detalles al azar que luego Woody escribe en una máquina de escribir alemana, de la cual comenta “vivirá mucho más tiempo que yo”. El entrevistador le pregunta, tras señalarle que un procesador de texto le ofrece la oportunidad de copiar y pegar, sobre como hace cuando quiere cambiar una línea de lugar ¿Debe escribir todo de vuelta? No voy a develarlo, pero simplemente voy a decir que Bill Gates tendría que soltarle unos billetes a Woody, porque su método tranquilamente podría ser la prehistoria del copiar y pegar.

Luego el documental indaga en detalles que ya conocíamos de Woody, pero profundiza un poco más allá. Por ejemplo, que él siempre gozo del corte final ya que sus productores habituales fueron primero sus representantes. También figura que él nunca quiso ser un cómico de stand up, pero que termino ahí por la calidad de su escritura, y su miedo escénico fue una parte esencial de su éxito como tal. Y que tuvo que filmar con Mia Farrow una escena crucial de Maridos y Esposas, a poco tiempo de descubrir esta las fotos que Allen había sacado de su entonces hijastra Soon-Yi.

Hasta este punto el documental mantiene el interés del espectador en todo momento. Concretamente como Allen Stewart Konigsberg se convirtió en Woody Allen, y como trató de encontrar un equilibrio entre comedia y drama después de Annie Hall.

La mitad densa

Desde la mención sobre el escándalo con Soon Yi, es ahí donde el documental cae en picada y se hace eterno. Primordialmente porque de ahí en adelante es toda información que ya conocemos. Obviamente esta segunda mitad es levemente salvable porque indagamos en la manera que tiene Woody de dirigir a sus actores, y el neoyorquino tira alguna que otra observación que le saca unas risas al espectador.

Conclusión

Un documental abarcativo y profundo sobre una de las figuras más relevantes de la historia del cine. Cabe decir que es exclusivo para aquellos que siguen de cerca la filmografía de Allen. La nueva data le volara la peluca a más de uno, pero hay que irse armado de paciencia porque son dos horas que no transcurren con mucho ritmo.