Western

Crítica de Catalina García Rojas - Visión del cine

Luego de su paso por el festival de Cannes del 2017 se estrena en nuestro país Western de la directora alemana Valeska Grisebach. Un film con un naturalismo extremo que brinda una mirada etnográfica sobre las desigualdades y la idiosincrasia europea.
Western está ambientado en Bulgaria, donde un grupo de trabajadores alemanes se trasladan para mejorar la canalización de un río. Frente a esta situación Grisebach explora no sólo la emocionalidad de sus personajes, sino también brinda a la narración un análisis profundo de la geopolítica actual dentro de las diversas fronteras y culturas europeas. En la película aparecen dos grupos de personas que reivindican su identidad con representaciones moralmente diferenciadas. La percepción que tienen de cada uno fortalece la separación y la dificultad de entenderse.

De un lado, se encuentran los alemanes que apenas se establecen en territorio ajeno plantan su bandera poniendo en evidencia su mentalidad paternalista, como si aquella tierra les perteneciera por el simple hecho de proporcionar una nueva infraestructura. Por otro lado, los búlgaros ven a sus hermanos europeos como invasores que manejan el dinero, pero reivindican su potestad a controlar y decidir sobre todo lo que les rodea, empezando por el agua. La mirada de Grisebach apunta a cómo los alemanes y los búlgaros parecen ser abandonados en este espacio de la naturaleza.

Western tiene varios elementos que recuerdan al género norteamericano por excelencia: caballos, invasores, locales, el río y la tensión violenta entre ambos grupos. Grisebach traslada estos códigos del cine estadounidense a la idiosincrasia de una Europa actual sumergida en desigualdades, de poderes regidos por el dinero y el sueño de un futuro mejor. Este planteo está bien representado por el personaje de Meinhard que, a diferencia de sus compañeros germanos, intenta establecer vínculos con los habitantes del pueblo, demostrando que, pese a las barreras lingüísticas y culturales, se pueden establecer lazos de amistad y hasta incluso fraternales.

Lo más impresionante del film es el gran análisis de Valeska Grisebach sobre la masculinidad y cómo al mismo tiempo reivindica la visión de las directoras mujeres, apartándose de los clichés que conlleva el universo femenino frente a la industria cinematográfica actual. Es gratificante contar con una mujer que sabe construir desde una mirada documentalista una historia que revista de cierta importancia el choque cultural europeo.