Warcraft: El primer encuentro de dos mundos

Crítica de Pedro Squillaci - La Capital

El amor atraviesa todas las batallas

Ir al cine con la idea de ver la versión fílmica de un viejo juego de la playstation será una frustración para los amantes de "Warcraft". Pero lo bueno es que la película de Duncan Jones toma vuelo por sí misma y dejará con una sonrisa a flor de labios a los que no conozcan absolutamente nada de jueguitos de play. Es que el director le puso un condimento emotivo que atraviesa la historia. Quizá sensibilizado por una cuestión dramática personal (su mujer enfermó de cáncer en medio del rodaje), el realizador planteó una historia cuyo nudo central es la batalla entre los humanos y los orcos, sobre una estética guerrera de la era medieval. Pero entre líderes carismáticos, magos siniestros y aprendices ingeniosos, se desandan dos historias de amor con un peso específico determinante. La primera es la de dos orcos, el jefe Durotan y su esposa embarazada, cuyo hijo será el protagonista de la secuela, como se deduce en el final del filme no en vano subtitulado "El primer encuentro de dos mundos". Y la segunda es la de los protagonistas: el humano Lothar (Travis Fimmel) y la mujer orco Garona (Paula Patton), quienes pelearán por la misma causa y ya se insinúa que concretarán su amor en la próxima película. Hay traiciones y lealtades en una producción que se disfruta mucho más en la versión 3D, sobre todo en las batallas, ya que los recursos digitales son empleados con más ingenio que efectismo. Para ver con o sin play.