Warcraft: El primer encuentro de dos mundos

Crítica de Mariana Van der Groef - Proyector Fantasma

Mucho para mostrar y poco para ver

Basada en el popular juego homónimo de Blizzard Entertainment, Warcraft: The Beginning fue una de las películas más esperadas del 2016. Lamentablemente, también fue una de las más grandes decepciones.

Dirigida por Duncan Jones, a quien quizás conozcan del drama minimalista de ciencia ficción Moon (2009), Warcraft: The Beginning nos cuenta la historia de la guerra que recién empieza. El pueblo bárbaro de los Orcos ha destruido su mundo, luego de sucumbir a un tipo de magia maligna llamada Fel, que para dar poder primero requiere un tributo de vida. Por esto mismo viajan a través de un portal que sólo se abre con esta horrible magia y llegan a Azeroth, un reino pacífico de humanos, que quieren conquistar y tomar para ellos.

Crítica - Warcraft 3

Si uno no es jugador asiduo de Warcraft, puede que no disfrute ni entienda demasiado la película. La cantidad de personajes y razas que se informan en los primeros quince minutos de son abrumadores. Pero luego la historia se hace más simple: del lado de los orcos están Durotan (Toby Kebbell), uno de los “orcos buenos”, al que la magia Fel le da mucha desconfianza; su antagonista es Gul’dan (Daniel Wu) un orco brujo bien malo que lo único que quiere es esclavizar Azeroth y que los orcos le obedezcan sin reparos.

Del lado de las víctimas de los orcos están los humanos, todos en papeles muy estereotipados: el soldado rebelde (Travis Fimmel), el rey benevolente (Dominic Cooper), el mago extravagante (Ben Foster), el sabio aprendiz (Ben Schnetzer) y la “media-orca” sexy, que se enamora del soldado y en quien todos confían automáticamente, aunque venga del bando contrario (Paula Patton).

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En general, Warcraft: The Beginning se puede definir con una sola palabra: torpe. Para ser una película con semejante presupuesto y tanta publicidad, parece hasta hecha por un principiante. Y tal vez así sea, no hay demasiados directores que pueden tomar estos enormes proyectos y estar a la altura de las circunstancias.

Empecemos por lo malo:

El guion, escrito por Duncan Jones y Charles Leavitt, es absolutamente predecible, tiene giros poco creíbles y situaciones forzadas, que suceden porque sí, sin ninguna explicación.
Las actuaciones de los humanos dejan mucho que desear. Aunque para ser justos, esto seguramente se deba a que los personajes son tan chatos y sus diálogos tan faltos de realismo que ni el mejor de los actores podría remontarlos.
El montaje de la película en general es de principiante, sobre todo en las batallas. A ver, la película se llama Warcraft y el juego se basa en dos especies que viven de guerra, entonces, ¿cómo puede ser que las batallas sean tan confusas? ¡Deberían ser lo más importante de la película! Sin embargo, el montaje es torpe e impreciso y sigue cometiendo el error de muchas películas de guerra, donde dos personajes se ponen a hablar lo más campantes mientras a su alrededor se produce una matanza descarnada.
Pero no todo es malo en Warcraft: The Beginning y sería injusto no señalar lo bien hechos que están los orcos. La forma en la que sus rostros expresan emoción, se podría decir que superan a todos los actores de carne y hueso juntos. También cuenta con algunas escenas interesantes, en las que se puede realmente sentir el poder y el peso de estos temibles seres.

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En conclusión, Warcraft: The Beginning no alcanza a cumplir las expectativas, pero no por no tratar. Si la hubiera dirigido otra persona con un poco más de experiencia en este tipo de películas, probablemente no hubiera sido tan mala. Por otro lado, la cantidad de fanáticos que tiene el juego le garantiza supervivencia a la saga por venir, por lo que quizás las próximas entregas de la historia sean más interesantes.

Mi consejo, aquellos que crecieron y aún hoy siguen jugando Warcraft, no se la pueden perder. Los demás…sigan adelante porque no hay mucho para ver.

Por Mariana Van der Groef