Walsh entre todos

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

30 mil cuadros, 30 mil posibilidades
Si tenemos presente que el trabajo anterior de Carmen Guarini fue Las calles de la memoria -2013-, donde el arte ocupaba parte del mecanismo de construcción de memoria colectiva desde las baldosas conmemorativas, Walsh entre todos -2015- podría tomarse como una continuidad de la misma propuesta en relación a la memoria colectiva.

Esta vez, la directora de Gorrí -2010- acompaña el proceso creativo del artista Jorge Gonzalez Perrín en el armado de las pancartas, donde se integran pequeños cuadritos, retratos que una vez ensamblados forman un gran retrato fragmentado. La idea de la mirada desde la distancia para así reconstruir los fantasmas y darle un merecido homenaje a los 30 mil que ya no están, se llena de color y movimiento, aspectos que sedujeron a Guarini en su búsqueda constante de discursos y alternativas con el mismo objetivo de preservación,

En ese sentido, el retrato de Rodolfo Walsh entre todos los otros -de ahí el título- se erige como un símbolo de lucha y memoria, que encuentra sus vasos comunicantes con la propuesta arte memoria colectiva de Gonzalez Perrín. También las marchas conmemorativas y las pancartas ganan la calle desde otro lugar, algo que la cámara no intrusa de Guarini detecta y explota de la mejor manera posible.

Al abolir la entrevista de cabeza parlante, el discurso del artista se intercala con otro sentido estético en placas que recogen parte de sus dichos y terminan por configurar su discurso sin identificación en un rostro y, mucho más ligado a la palabra, que se resalta en otro color, en este caso rojo, sobre fondo negro y con letras blancas.

Placas que también son imágenes, herramientas de la comunicación afines a las propuestas de la realizadora y a su constante perseverancia desde el cine para encontrar caminos alternativos en el fascinante y emotivo trabajo de construir la memoria.