Wakolda

Crítica de Vicky Vázquez - Cine & Medios

Crónicas de un nazi en el sur argentino

En la década del ´60, una familia se dirige a Bariloche para recuperar un antiguo hotel familiar. En el camino se cruzan con un alemán que les solicita ayuda, y lo guían para los siga a través de las rutas patagónicas hasta llegar a destino. Pocos días después, el hombre volverá y les pedirá hospedarse en su hotel. Se presentará como médico, y les ofrecerá ayuda con el caso de su hija. Sin embargo, lo que ellos no sospechan es que ese médico tan afable es uno de los criminales nazis más buscados, Josef Mengele.
Esta ficción histórica transcurre en el terreno de la conjetura, ese espacio temporal en el que ningún historiador logra establecer dónde estuvo Mengele realmente. Se sabe que vivió en Buenos Aires, y años después reaparece en Paraguay. Lucía Puenzo sitúa su historia, que anteriormente llevó a la novela, en esos años intermedios, de los que sólo hay suposiciones, pero ningún dato comprobable.
El riesgo de moverse en ese espacio de la ficción pura, armando una historia atando los cabos de las leyendas, rumores y mitos, es en lo que termina resultando el filme: una anécdota vacía, intrascendente casi, en la que el tema del Holocausto y los monstruosos experimentos que Mengele realizaba con seres humanos, apenas si son mencionados como telón de fondo. La historia del funesto personaje ni se explica, y el espectador no muy familiarizado con el tema (tal vez se quiera suponer que no existen, pero es algo que no se puede dar por sentado) apenas si verá a un médico dedicado a investigaciones con ganado, que se solidariza con el caso de una niña un poco bajita. Sí, se solidariza. Porque así se muestra en la película, aunque después se quiera hacer hincapié en que en realidad era todo un experimento.
La película apunta a denunciar la complicidad de una comunidad que encubre a criminales de guerra en fuga, pero tampoco logra ese objetivo, ya que el centro de la historia es la relación del hombre con la pequeña Lilith, y el silencio colectivo también queda en un plano desdibujado.
Por otra parte, a pesar de contar con sólidas actuaciones como las de Axel Brendemühl como Mengele, y Diego Peretti, la historia está narrada con un ritmo muy lento, pausado, y no logra generar demasiado interés en el espectador, debido a lo anecdótico de su planteo. Ni siquiera las escenas de Elena Roger, que interpreta a una espía infiltrada para encontrar a los criminales de guerra, logran el pico de tensión que deberían, considerando los riesgos a los que se expone su personaje.
Un villano bonachón, una familia que mira para otro lado, una niña un poco bajita entrando en la adolescencia, son los elementos que conforman este filme, muy bien producido y con excelentes locaciones, pero que requiere mayor compromiso con la temática que pretende plantear, demasiado seria para quedar en la mera anécdota.