Vuelo Nocturno

Crítica de Ezequiel Boetti - Otros Cines

La historia detrás de Antoine de Saint-Exupéry en Argentina, según el director de Orquesta roja.

Se sabe que Antoine de Saint-Exupéry pasó un par de años en la Argentina a comienzos de la década de 1930 trabajando como piloto, y que aquí encontró inspiración para su obra cumbre, El principito. Lo que no es muy conocido es de dónde provino esa inspiración.

Estrenada en la última edición del Festival de Mar del Plata, Vuelo nocturno propone ahondar en las motivaciones detrás del proceso creativo de una de las obras más populares da la literatura mundial. Motivaciones que tienen dos nombres y un apellido: Edda y Suzzane Fuchs, dos chicas de 10 y 15 años que vivían en el caserón donde el francés recaló a raíz de un aterrizaje forzoso en Concordia.

Construido sobre la base de material de archivo y testimonios de distintos personajes relacionados con la familia y la ciudad, Vuelo nocturno va del rigor periodístico a la sensibilidad personal. Para este último punto –donde el film mejor funciona- resulta fundamental el uso de los audios que Saint-Exupéry le enviaba a su amigo Jean Renoir para una película que nunca llegó a filmarse. Allí deja ver una profunda admiración por la madurez de esas dos chicas -“las princesitas”, tal como las llama- provenientes de un mundo totalmente ajeno al suyo.

El director Nicolás Herzog (Orquesta roja) se mueve alrededor de ese vértice para reconstruir una historia con partes iguales de mito y leyenda, de hechos concretos e imaginación, de fascinación ante lo extraño e incluso cierta incertidumbre ante lo desconocido. Quizás haya sido justamente aquí, a la vera del río Uruguay, que Exupéry descubrió que lo esencial es invisible a los ojos.