Voyage, voyage

Crítica de Ezequiel Boetti - Otros Cines

Cuando lo importante no es el destino sino el viaje

Los hermanos protagonistas de esta coproducción franco-belga-argentina no podrían ser más distintos: Marcus (Nicolas Duvauchelle, casi un gemelo galo, lungo y desaliñado de Esteban Bigliardi) es pura extroversión y locuacidad; Antoine (Philippe Rebbot), en cambio, hace de la parquedad y el misterio una costumbre desde un reciente traspié amoroso. Ambos llegan a Buenos Aires como punto medio de su viaje a Mendoza, donde asistirán al casamiento de un primo. Ya en Capital conocen a un particular recepcionista de hotel, quien, después de recomendarle prostitutas y boliches, se confiesa fanático y conocedor del terreno cuyano y el buen vino, uniéndoseles en la parte final del viaje.

El lector ya podrá imaginarse que Voyage, voyage es una road-movie repleta de situaciones que incluirán desde una parada conflictiva en el viñedo -regenteado por la ex del hotelero-, un interés amoroso compartido entre los hermanos con la hijastra de ella (Paloma Contreras), el robo del auto y su posterior recuperación a punta de pistola, hasta algún que otro secreto oculto y luego revelado para llegar a un final que, premisa básica del subgénero, conllevará a una transformación del trío.

Sí, es verdad que suena trillado y a lugar común, pero Deluc logra insuflarle frescura y liviandad a todo el asunto evadiendo cualquier pintoresquismo. Alguien podrá refutar lo anterior diciendo que el Obelisco y los planos para el lucimiento del paisaje mendocino están presentes, pero es una hecho por demás lógico si se tiene que cuenta que los protagonistas miran el país con ojos foráneos.

Deluc también reflexiona sobre la construcción de los vínculos masculinos, convirtiendo a Voyage, Voyage en una suerte de Entre copas en versión franco-argentina. Pero, a diferencia del film de Alexander Payne, el reacomodamiento de las piezas por momentos aquí genera cierto moralismo que empantana un poco el desenlace. Eso no quita que se trate de un producto más que digno. Al fin y al cabo, y como ocurre en las road-movies, lo importante no es tanto el destino sino el viaje.